2 Samuel, 9

Meribaal acogido por David (2 Sm 21)

9 1David preguntó:

–¿Queda alguno de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer por amor a Jonatán?

2La familia de Saúl había tenido un criado que se llamaba Sibá; lo trajeron y el rey le preguntó:

–¿Eres Sibá?

Él respondió:

–Sí, para servirte.

3El rey le preguntó:

–¿Y no queda ya nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer por amor de Dios?

Sibá le respondió:

–Queda todavía un hijo de Jonatán, lisiado de ambos pies.

4El rey le preguntó:

–¿Dónde está?

Sibá le contestó:

–En Lodabar, en casa de Maquir, hijo de Amiel.

5El rey David mandó que lo trajeran de allí. 6Cuando Meribaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. David le dijo:

–¿Eres Meribaal?

Él respondió:

–Sí, para servirte.

7David le dijo:

–No temas, porque estoy decidido a favorecerte por amor a Jonatán, tu padre; te devolveré todas las tierras de tu abuelo, Saúl, y comerás siempre a mi mesa.

8Meribaal se postró y dijo:

–¿Qué soy yo para que te fijes en un perro muerto como yo?

9El rey llamó entonces a Sibá, criado de Saúl, y le dijo:

–Todas las posesiones de Saúl y su familia se las entrego al hijo de tu amo. 10Tú, tus hijos y tus esclavos le cultivarán las tierras y le entregarán las cosechas para su sustento. Meribaal, hijo de tu amo, comerá siempre a mi mesa.

Sibá, que tenía quince hijos y veinte esclavos, 11contestó al rey:

–Tu siervo hará todo lo que el rey le mande.

Meribaal comía a la mesa de David, como uno de los hijos del rey. 12Tenía un hijo pequeño, llamado Micá, y toda la casa de Sibá estaba al servicio de Meribaal, 13que se trasladó a Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey. Meribaal estaba impedido de ambos pies.

Guerra contra los amonitas

(1 Cr 19)

10 1Murió después el rey de los amonitas, y su hijo Janún le sucedió en el trono. 2David dijo:

–Voy a devolverle a Janún, hijo de Najás, los favores que me hizo su padre.

Y por medio de unos embajadores le envió el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los embajadores de David entraron en territorio amonita, 3los generales amonitas dijeron a su señor Janún:

–¿Crees que David te da el pésame para mostrarte su estima por tu padre? ¿No será para examinar la ciudad, explorarla y después destruirla?

4Janún apresó a los embajadores de David, les afeitó media barba, les cortó la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas, y los despidió. Ellos volvieron avergonzados. 5Se lo comunicaron a David que les envió este mensaje:

–Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba, y luego vengan.

6Cuando los amonitas cayeron en la cuenta de que habían provocado a David, mandaron gente a contratar veinte mil mercenarios de infantería de los sirios de Bet-Rejob y de los sirios de Sobá, mil hombres del rey de Maacá y doce mil del rey de Tob. 7Al saberlo David, mandó a Joab con todo el ejército y sus guerreros. 8Los amonitas salieron a la guerra y formaron para la batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los sirios de Sobá, Bet-Rejob y la gente de Tob y Maacá se quedaban aparte, en el campo. 9Joab se vio envuelto por delante y por detrás; entonces escogió un grupo de soldados israelitas y los formó frente a los sirios. 10A la tropa restante la formó frente a los amonitas, al mando de su hermano Abisay, 11con esta consigna:

–Si los sirios me pueden, ven a librarme, y si los amonitas te pueden a ti, yo iré a librarte. 12¡Ánimo! Por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios luchemos valientemente, y que el Señor haga lo que le agrade.

13Joab y los suyos trabaron combate con los sirios y los pusieron en fuga. 14Los amonitas, al ver que los sirios huían, huyeron también ellos ante Abisay, y se metieron en la ciudad. Joab se volvió a Jerusalén, suspendiendo el ataque a los amonitas.

15Viéndose derrotados por Israel, los sirios se reagruparon. 16Adadhézer ordenó movilizar a los sirios de la otra parte del río, y vinieron a Jelán, a las órdenes de Sobac, general en jefe del ejército de Adadhézer. 17Cuando informaron a David, concentró todo el ejército de Israel, cruzaron el Jordán y marcharon hacia Jelán. Los sirios formaron frente a David y se entabló la batalla. 18Los sirios huyeron ante los israelitas; David les mató setecientos caballos de tiro y cuarenta mil hombres, e hirió a Sobac, general del ejército, que murió allí mismo. 19Al ver los reyes vasallos de Adadhézer que éste había sido derrotado por Israel, hicieron las paces con Israel, sometiéndose; en adelante, los sirios no se atrevieron a auxiliar a los amonitas.

Notas:

9,1-13 Meribaal acogido por David. El gesto de David es un acto de lealtad o fidelidad a un juramento (1 Sm 20,11-17.42). Es también un gesto magnánimo para con la familia de su rival. Además es una sagaz medida política: trayendo a la corte al descendiente de Saúl, lo tiene vigilado y neutralizado. Ese favorecer tiene otro sentido especial: es una concesión que liga a Meribaal con el vínculo de lealtad. En Meribaal la Casa de Saúl se prosterna y rinde homenaje al nuevo rey, cumpliendo el homenaje anticipado de Saúl y de Jonatán; expresamente se declara siervo, que puede significar vasallo. David otorga las posesiones de familia, que se convierten ahora en don suyo (9). El honor de comer a la mesa real es un reconocimiento cotidiano de dependencia. Hubo un tiempo en que David comía a la mesa de Saúl (1 Sm 20). Si tenemos presente la promesa dinástica a la Casa de David, que acabamos de leer en el capítulo 7, sentiremos el contraste al oír nombrar cuatro veces a la Casa –familia– de Saúl; como la primera se establece por la gracia de Dios, la segunda subsiste por la gracia de David.