2 Samuel, 2

David, ungido rey en Hebrón (Eclo 47,7-12)

2 1Después consultó David al Señor:

–¿Puedo ir a alguna ciudad de Judá?

El Señor le respondió:

–Sí.

David preguntó:

–¿A cuál debo ir?

Respondió:

–A Hebrón.

2Entonces subieron allá David y sus dos mujeres, Ajinoán, la yezraelita, y Abigail, la mujer de Nabal, el de Carmel. 3Llevó también a todos sus hombres con sus familias y se establecieron en los alrededores de Hebrón.

4Los de Judá vinieron a ungir allí a David rey de Judá y le informaron:

–Los de Yabés de Galaad han dado sepultura a Saúl.

5David mandó unos emisarios a los de Yabés de Galaad a decirles:

–El Señor los bendiga por esa obra de misericordia, por haber dado sepultura a Saúl, su señor. 6El Señor los trate con bondad y lealtad, que yo también los recompensaré por esa acción. 7Ahora tengan ánimo y sean valientes; Saúl, su señor, ha muerto, pero la casa de Judá me ha ungido a mí para que sea su rey.

Abner y Joab

8Abner, hijo de Ner, general del ejército de Saúl, había recogido a Isbaal, hijo de Saúl, lo había trasladado a Majnaym 9y lo había nombrado rey de Galaad, de los de Aser, de Yezrael, Efraín, Benjamín y todo Israel; 10bsólo Judá siguió a David. 10aIsbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando empezó a reinar en Israel, y reinó dos años.

11David fue rey de Judá, en Hebrón, siete años y medio.

12Abner, hijo de Ner, y los súbditos de Isbaal, hijo de Saúl, fueron desde Majnaym hasta Gabaón.

13Por su parte, Joab, hijo de Seruyá, y los de David salieron de Hebrón, se los encontraron junto al estanque de Gabaón y se detuvieron, unos a un lado del estanque y otros al otro lado. 14Abner propuso a Joab:

–Que los jóvenes se desafíen ante nosotros.

Joab dijo:

–¡Muy bien!

15Se prepararon y desfilaron doce benjaminitas por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de los de David. 16Cada uno agarró por la cabeza a su contrario, hundió la espada en las costillas del otro y cayeron todos a una. Por eso a aquel sitio lo llaman Jelcat Hassiddim; queda junto a Gabaón. 17Aquel día la batalla fue muy violenta. Los de David derrotaron a Abner y a los de Israel. 18Estaban allí los tres hijos de Seruyá: Joab, Abisay y Asael. Asael corría como una gacela y 19persiguió a Abner derecho, sin desviarse a un lado ni a otro. 20Abner volvió la cabeza y preguntó:

–¿Eres Asael?

Respondió:

–Sí.

21Abner le dijo:

–Desvíate a derecha o izquierda, agarra a alguno de los muchachos y quítale las armas.

Pero Asael no quiso dejar de seguirlo. 22Abner le repitió:

–Deja de perseguirme, que voy a tener que aplastarte, y, ¿con qué cara me presento luego ante tu hermano Joab?

23Pero como Asael no quiso apartarse, Abner golpeó hacia atrás con la lanza, se la clavó en la ingle y la lanza le salió por detrás. Allí cayó y allí mismo murió. Todos los que llegaban al sitio donde Asael había muerto se paraban. 24Joab y Abisay persiguieron a Abner. Al ponerse el sol, llegaron a la colina de Ammá, frente al valle, en el camino del páramo de Gabaón. 25Los benjaminitas se concentraron tras Abner formando un grupo bien compacto, y aguantaron firmes en lo alto de la loma. 26Entonces Abner le gritó a Joab:

–¿Terminará alguna vez esta masacre? ¿No te das cuenta que al final no habrá más que amargura? ¿Cuándo vas a decir a tu gente que deje de perseguir a sus hermanos?

27Joab respondió:

–¡Por la vida de Dios, si no hubieras hablado, mi gente habría estado persiguiendo a sus hermanos hasta el amanecer!

28Entonces sonó la trompeta y todos se detuvieron, dejaron de perseguir a los de Israel y no reanudaron la batalla. 29Abner y los suyos caminaron por la llanura de Arabá toda aquella noche, cruzaron el Jordán, caminaron toda la mañana y llegaron a Majnaym. 30Joab, por su parte, dejó de perseguir a Abner y reunió a toda la tropa. Entre los servidores de David faltaban diecinueve hombres, además de Asael. 31En cambio, habían hecho trescientas sesenta bajas a los de Benjamín y Abner. 32Llevaron el cadáver de Asael y lo enterraron en Belén, en la sepultura de la familia. Joab y los suyos estuvieron caminando toda la noche, y llegaron a Hebrón cuando despuntaba el día.

Notas:

2,1-7 David ungido rey en Hebrón. David para abandonar su destierro voluntario en Sicelag y trasladarse a su patria, ha tenido que esperar las siguientes situaciones: primera, la muerte de su rival y perseguidor; segunda, la aprobación de sus señores, a los que ha servido como vasallo durante dieciséis meses; tercera, la aprobación divina. El autor pone en primer lugar la consulta y el oráculo como bendición formal de la nueva etapa del elegido. Judea es la región de su nacimiento, de sus correrías, de sus regalos bien calculados (1 Sm 30,26-31). Allí es un capitán conocido, un terrateniente bien relacionado. Para los habitantes de Judea tener un rey de la propia sangre o tribu es mejor que depender de los del norte, que tan ineptos se han mostrado. Si alguna esperanza queda para el pueblo de Judea, ésa la encarna David. El jefe militar sube a la categoría de rey: es un momento histórico, 1000 a.C. Yabés de Galaad, al otro lado del Jordán, es una ciudad lejana y partidaria de Saúl; en cualquier momento puede constituir un fuerte punto de oposición. Por eso David se apresura en congraciarse con sus habitantes. 2,8–3,5 Abner y Joab. Abner ha salido vivo, no sabemos cómo, de la batalla contra los filisteos, e intenta conservar en el poder a la familia de Saúl, nombrando a Isbaal rey de Israel. Esto origina un enfrentamiento entre los partidarios de David y los de Isbaal. Es difícil explicar los episodios de 2,12-32, ¿son dos episodios autónomos?, o, ¿son continuación lógica el desafío y la batalla? ¿Se trata de un desafío a muerte, con consecuencias militares, o de un torneo con desenlace trágico? La segunda parte, ¿es la persecución de un vencido que huye?, o, ¿es un desafío de velocidad y maña? Parece tratarse de una batalla en la que los contendientes no quieren perder mucha gente, y se plantea una tregua.