2 Reyes, 22
Josías de Judá (640-609) (2 Cr 34s)
22 1Cuando Josías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó treinta y un años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yedidá, hija de Adaya, natural de Boscat. 2Hizo lo que el Señor aprueba. Siguió el camino de su antepasado David, sin desviarse a derecha ni izquierda. 3El año dieciocho de su reinado mandó al secretario Safán, hijo de Asalías, hijo de Musulán, que fuera al templo con este encargo:
4–Preséntate al sacerdote Jelcías; que tenga preparado el dinero ingresado en el templo por las colectas que los porteros hacen entre la gente. 5Que se lo entreguen a los encargados de las obras del templo, para que lo repartan a los obreros que trabajan en el templo reparando los desperfectos del edificio 6–carpinteros, albañiles y tapiadores– o para comprar madera y piedras talladas para reparar el edificio. 7Pero que no les pidan cuentas del dinero que les entregan, porque se portan con honradez.
8El sumo sacerdote Jelcías, dijo al cronista Safán:
–He encontrado en el templo el libro de la ley.
9Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey:
–Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a los encargados de las obras.
10Y le comunicó la noticia:
–El sacerdote Jelcías me ha dado un libro.
Safán lo leyó ante el rey, 11y cuando el rey oyó el contenido del libro de la ley, se rasgó las vestiduras 12y ordenó al sacerdote Jelcías; a Ajicán, hijo de Safán; a Acbor, hijo de Miqueas; al cronista Safán, y a Asaías, funcionario real:
13–Vayan a consultar al Señor por mí y por el pueblo y por todo Judá a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él.
14Entonces el sacerdote Jelcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Julda, esposa de Salún, el guardarropa, hijo de Ticua de Jarjás. Julda vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Le expusieron el caso, 15y ella les respondió:
–Así dice el Señor, Dios de Israel: Díganle al hombre que los ha enviado: 16Así dice el Señor: Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus habitantes: todas las maldiciones de este libro que ha leído el rey de Judá; 17por haberme abandonado y haber quemado incienso a otros dioses, irritándome con sus ídolos, está ardiendo mi cólera contra este lugar, y no se apagará. 18Y al rey de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, díganle: Así dice el Señor, Dios de Israel: 19Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante el Señor al oír mi amenaza contra este lugar y sus habitantes, que serán objeto de espanto y de maldición; porque te has rasgado las vestiduras y llorado en mi presencia, también yo te escucho –oráculo del Señor–. 20Por eso, cuando yo te reúna con tus padres, te enterrarán en paz, sin que llegues a ver con tus ojos la desgracia que voy a traer a este lugar.
Ellos llevaron la respuesta al rey.