Tobías 12
Rafael
12 1Cuando acabaron los festejos de la boda, Tobit llamó a Tobías y le recordó:
–Hijo, ya es hora de pagarle lo convenido a tu compañero. Y dale aún más.
2Tobías respondió:
–Padre, ¿cuánto le doy? No salgo perdiendo ni aunque le dé la mitad de los bienes que trajo conmigo. 3Me ha guiado sin que me pasara nada malo, sanó a mi mujer, trajo el dinero conmigo y te sanó a ti. ¿Cuánto le doy?
4Tobit dijo:
–Hijo, bien se merece la mitad de todo lo que ha traído.
5Así es que lo llamó y le dijo:
–Como paga, toma la mitad de todo lo que has traído, y vete en paz.
6Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo:
–Bendigan a Dios y proclamen ante todos los vivientes los beneficios que les ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifiesten a todos las obras del Señor como él se merece, y nunca dejen de celebrarlo. 7Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obren bien, y el mal nunca los dañará. 8Vale más la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza adquirida injustamente. Vale más hacer limosnas que atesorar dinero. 9La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosnas gozarán de una larga vida. 10Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí mismos. 11Les descubriré toda la verdad sin ocultarles nada. Ya les dije que si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen. 12Ahora bien, cuando Sara y tú estaban rezando, yo presentaba sus oraciones ante la presencia gloriosa del Señor, para que él las tuviera en cuenta. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos. 13Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar, y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte; 14pero me ha enviado de nuevo para sanarte a ti y a tu nuera, Sara. 15Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria.
16Los dos hombres se asustaron y cayeron rostro en tierra, temerosos.
17Rafael les dijo:
–No teman. ¡La paz esté con ustedes! Bendigan a Dios eternamente. 18Mi presencia entre ustedes no se ha debido a mí, sino a la voluntad de Dios. Bendíganlo siempre y cántenle himnos. 19Aunque ustedes me veían comer, no comía; era pura apariencia. 20Por eso bendigan al Señor en la tierra, den gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió. Ustedes escriban todo lo que les ha sucedido.
El ángel desapareció. 21Cuando se pusieron de pie, ya no lo vieron. 22Entonces bendijeron y cantaron a Dios, dándole gracias por aquellas maravillas que hizo, porque se les había aparecido un ángel de Dios.
Notas:
12,1-22 Rafael. Aquí encontramos el desenlace final del libro de Tobías, que viene a ser una especie de novela de carácter didáctico. Podemos distinguir los siguientes momentos: 1. Padre e hijo se ponen de acuerdo en compensar al acompañante con la mitad de los bienes que han traído del viaje. 2. Rafael los llama aparte y los invita a bendecir a Dios y a proclamar ante todos los vivientes los beneficios recibidos. 3. La parte central del discurso del ángel es una exhortación de carácter sapiencial en torno a los tres fundamentos de la vida piadosa, tal como la entendía el judaísmo tardío: la limosna, la oración, el ayuno. 4. Rafael explica que la vida del hombre tiene como dos planos: esta apariencia corporal controlable por los sentidos, que se desarrolla aquí en la tierra y que no parece ser más que una secuencia mecánica de causas y efectos sin trascendencia alguna. Detrás de este plano visible se esconde otro de alcance trascendental y divino; las palabras y las acciones de los hombres no se desvanecen sin dejar rastro, devoradas por el tiempo, sino que todo queda registrado en la presencia de Dios. 5. Nueva invitación a proclamar las maravillas del Señor, incluso poniéndolas por escrito, y desaparición del ángel.
A pesar de las intervenciones extraordinarias y milagrosas del ángel durante el viaje, y a su regreso a casa de Tobit, padre e hijo no habían descubierto plenamente su carácter sobrenatural. Ésta es la pedagogía divina. Está presente en el mundo, en las cosas, en las palabras y en las acciones de los hombres, pero es una presencia callada y silenciosa; solamente la fe la puede descubrir. Padre e hijo seguían creyendo que Rafael era uno de los parientes de la tribu de Neftalí y por eso quieren compensarlo. Es cierto que la acción de Dios se desarrolla en un clima misterioso y de silencio. Rafael ha sabido adaptarse perfectamente a esta pedagogía divina y ha llevado a cabo su misión con la máxima naturalidad. Con todo, todas las cosas tienen su tiempo: tiempo de callar y tiempo de hablar (Ecl 3,7). Rafael dice que ha llegado el tiempo de hablar para bendecir y proclamar a los cuatro vientos las maravillas del Señor.