1 Macabaeos 7

Demetrio I (2 Mac 14,1-10)

7 1El año ciento cincuenta y uno Demetrio de Seleuco se marchó de Roma, desembarcó con unos pocos en una ciudad de la costa y allí empezó su reinado. 2Cuando iba a entrar en el palacio real de sus antepasados, las tropas apresaron a Antíoco y Lisias para llevárselos a Demetrio. 3Se lo dijeron a Demetrio, y respondió:

–¡No quiero ni verles la cara!

4Entonces los soldados los mataron, y Demetrio subió al trono imperial. 5Todos los israelitas renegados e impíos acudieron a él, guiados por Alcimo, que aspiraba al cargo de sumo sacerdote, 6y acusaron al pueblo ante el rey:

Judas y sus hermanos han exterminado a todos tus partidarios, y a nosotros nos han expulsado de nuestro país. 7Envía a uno de tu confianza a inspeccionar los destrozos que nos ha causado Judas, a nosotros y a tu provincia, y a castigarlos a ellos y a todos los que los apoyan.

8El rey eligió a Báquides, del grupo de los amigos del rey, gobernador de la zona occidental del Éufrates, hombre influyente y de su confianza. 9Lo envió con el impío Alcimo, confirmado en el cargo de sumo sacerdote, con orden de castigar a los israelitas. 10Partieron. Entraron en Judá con un ejército numeroso, y mandaron una embajada a Judas y sus hermanos, con falsas propuestas de paz. 11Pero los judíos, al verlos con un ejército tan numeroso no hicieron caso a la embajada; 12sin embargo, una comisión de escribas se reunió con Alcimo y Báquides para buscar una solución justa; 13los primeros en pedir la paz por parte de los israelitas eran los Leales, 14porque decían:

–El que ha venido con el ejército es un sacerdote de la estirpe de Aarón; no nos va a traicionar.

15Báquides habló con ellos en son de paz y les juró:

–No los maltrataremos, ni a ustedes, ni a sus amigos.

16Ellos le creyeron, pero él hizo arrestar y ejecutar a sesenta de ellos en un solo día, según aquel texto de la Escritura:

17Desparramaron los cadáveres

y la sangre de tus fieles

alrededor de Jerusalén,

y nadie los entierra.

18A la gente le entró pánico ante los invasores. Se comentaba:

–No tienen sinceridad ni honradez; han faltado a su palabra y a su juramento.

19Después Báquides marchó de Jerusalén para acampar en Betsaid. Mandó apresar a muchos de los suyos, que habían desertado, y a algunos del pueblo, los asesinó y los arrojó a la cisterna grande. 20Luego puso la provincia en manos de Alcimo, dejando un destacamento para apoyarlo, y se volvió adonde estaba el rey. 21Alcimo tuvo que luchar para defender su cargo de sumo sacerdote; 22se le unieron todos los agitadores del pueblo y se adueñaron de Judá, haciendo un estrago enorme en Israel.

23Cuando Judas vio que Alcimo y su gente hacían más daño a los israelitas que los paganos, 24salió por todo el territorio de Judá para castigar a los desertores e impedirles hacer correrías por la región. 25Y al ver Alcimo que Judas y los suyos se rehacían, comprendió que no podría resistirles, y se volvió al rey, con gravísimas acusaciones.

Derrota de Nicanor

(2 Mac 14,12-36)

26Entonces el rey envió a Nicanor, uno de sus más famosos generales, enemigo mortal de los israelitas, con el encargo de exterminar al pueblo. 27Nicanor llegó a Jerusalén con un gran ejército, y envió a Judas y sus hermanos este mensaje, con palabras fingidas de amistad:

28–No nos peleemos. Yo saldré con una pequeña escolta para celebrar con ustedes una entrevista amistosa.

29Llegó a donde estaba Judas, y se saludaron amistosamente, pero los enemigos estaban preparados para secuestrar a Judas. 30Judas se enteró de que la visita de Nicanor era una trampa, y le tomó tal miedo que no quiso volver a verlo. 31Entonces Nicanor se dio cuenta de que su plan había sido descubierto, y salió a luchar contra Judas, junto a Cafarsalán. 32Nicanor tuvo unas quinientas bajas, y los demás huyeron a la Ciudad de David.

33Después de estos sucesos, Nicanor subió al monte Sión. Algunos sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del templo para saludarle amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey. 34Pero él los despreció, se burló de ellos, los escupió, profiriendo insolencias, 35y juró encolerizado:

–Si no me entregan ahora mismo a Judas y a su ejército, cuando yo vuelva victorioso incendiaré este templo.

Y salió enfurecido.

36Los sacerdotes entraron, y de pie frente al altar y el santuario dijeron entre lágrimas:

37–Tú elegiste este templo dedicado a tu Nombre para que sirviera a tu pueblo de casa de oración y súplica. 38Castiga a ese hombre y a su ejército. ¡Que caiga a filo de espada! Recuerda sus blasfemias, no les des reposo.

39Nicanor salió de Jerusalén y acampó en Bet-Jorón; allí se le añadió un ejército sirio.

40Judas acampó en Adasa con tres mil hombres, y rezó así:

41–Cuando los embajadores del rey blasfemaron, salió tu ángel y les mató a ciento ochenta y cinco mil. 42Aplasta hoy igualmente a este ejército ante nuestros ojos, para que sepan todos que blasfemó contra tu templo. ¡Júzgalo como merece su maldad!

43Los ejércitos entraron en combate el trece de marzo. El ejército de Nicanor fue derrotado; el primero en caer fue el mismo Nicanor, 44y sus soldados, al ver que había caído, arrojaron las armas y huyeron. 45Los judíos los persiguieron una jornada, desde Adasa hasta Guézer, tocando las trompetas detrás de ellos. 46De todos los poblados judíos a la redonda salió gente para cercar a los que huían, que se volvían unos contra otros; todos cayeron a espada, no quedó ni uno. 47Luego agarraron el botín y los despojos. A Nicanor le cortaron la cabeza y la mano derecha, que había extendido insolentemente, y las llevaron para colgarlas frente a Jerusalén.

48El pueblo se alegró muchísimo, y festejaron aquel día como si fuera una gran fiesta. 49Determinaron celebrar anualmente aquella fecha, trece de marzo.

50Judá tuvo paz por algún tiempo.

Notas:

7,1-25 Demetrio I. Demetrio I, heredero legítimo de Seluco IV no pudo ocupar el trono al morir su padre, ya que siendo todavía un niño fue arrestado y llevado a Roma. Asumió el poder su hermano Antíoco IV y luego su sobrino Antíoco V, a quien Demetrio considera un usurpador. Demetrio escapa de Roma y con el apoyo de una parte del ejército, retoma el poder y se proclama rey en el año 161 a.C. Sus generales asesinan a Antíoco V y a Lisias. Con la llegada de Demetrio al poder, se agudiza el conflicto entre los dos grupos judíos: los «renegados» –prohelenistas– y los tradicionales –promacabeos–. Los judíos «renegados» acuden nuevamente ante el emperador para acusar de traidores a sus propios hermanos. Para esta misión se apoyan en Alcimo –nombre helenizado de Joaquín–, nombrado sumo sacerdote por el emperador (9) pero rechazado por los judíos tradicionales por su corte helenista y su actitud servil ante el imperio de turno. Alcimo y los «renegados» le declaran la guerra a sus propios hermanos (21-25). Judas Macabeo responde de igual manera (23s). Es triste ver cómo la ausencia en los dirigentes de una conciencia alimentada por el diálogo, la tolerancia, la justicia y el amor, termina dividiendo y enfrentando a los propios hermanos, mientras los poderosos, verdaderos causantes del mal, aprovechan las circunstancias para perpetuar su dominio.   7,26-50 Derrota de Nicanor. Alcimo pide ayuda a Demetrio, quien manda a Nicanor, su mejor general, para atacar a los judíos y quitarles la poca autonomía que mantenían. La estrategia de Nicanor se basa en el engaño so pretexto de un proceso de diálogo y negociación. ¿Cómo lograr que la palabra, igual que la de Dios en el primer capítulo del Génesis o la de Jesús, sea siempre una palabra creadora de vida, sincera y confiada, y no una palabra que se utiliza para engañar y destruir la vida? Ser hombres y mujeres de palabra es un buen punto de partida para que los diálogos de las personas y los pueblos sean fructíferos y eficaces. La batalla final sigue un esquema conocido en el Antiguo Testamento: presentación de los ejércitos, oración pidiendo la intervención de Dios, la batalla, derrota y muerte del invasor, huída del resto del ejército enemigo y fiesta de los triunfadores (cfr. 2 Re 18,17–19,37). El triunfo macabeo se convierte en una fiesta con intenciones de repetirla anualmente. Sin embargo, muy pronto dejó de celebrarse, probablemente por su proximidad con la fiesta de Purim (14 de marzo). Este final, con sabor a triunfo liberador y tiempo de paz, recuerda las gestas narradas en el libro de los Jueces. Dos hechos para reflexionar desde una perspectiva cristiana. El primero, la actitud poco tolerante y violenta de Judas Macabeo, quien después del pacto firmado con Lisias, recorría el país matando y maltratando los judíos «desertores» (7,23). La segunda, colocar a Dios como un general del ejército que manda a sus ángeles a matar los enemigos de quienes elevan sus oraciones al cielo. Aunque Jesús es duro con los enemigos del pueblo y de los pobres, la justicia y la paz no se consiguen con la violencia, sino con la concientización y la organización de los pueblos.