1 Tesalonicenses 1

Saludo

1 1Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de Tesalónica, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz a ustedes.

Acción de gracias

2Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, teniéndolos presentes en nuestras oraciones, 3recordando su fe activa, su amor entrañable y su esperanza perseverante en nuestro Señor Jesucristo ante Dios nuestro Padre.

4Nos consta, hermanos queridos de Dios, que ustedes han sido elegidos; 5porque, cuando les anunciamos la Buena Noticia, no fue sólo con palabras, sino con la eficacia del Espíritu Santo y con fruto abundante. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. 6Y ustedes, por su parte, siguieron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo el mensaje con el gozo del Espíritu Santo en medio de graves dificultades; 7hasta el punto de convertirse en modelo de todos los creyentes de Macedonia y Acaya.

8A partir de ustedes la Palabra del Señor, no sólo se difundió en Macedonia y Acaya, sino que a todas partes llegó la fama de su fe en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. 9Ellos mismos, cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo, dejando los ídolos, se convirtieron a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, 10y esperar la venida desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte: Jesús, que nos libra de la condena futura.

Notas:

1,1 Saludo. Siendo ésta la primera carta salida de la pluma de Pablo y probablemente el documento cristiano más antiguo, escrito hacia el año 51, merece la pena detenerse en el saludo. El Apóstol, siguiendo las reglas de cortesía del género epistolar de su tiempo, inicia la introducción de su carta con la mención del remitente y de los destinatarios, terminando con una expresión de buenos augurios. Pablo dará siempre un contenido cristiano a este esquema tradicional.

Aunque figuran tres remitentes: Pablo, Silvano y Timoteo, uno solo es el autor, Pablo, quien se presenta sin mencionar su título de apóstol, mención que se hará necesaria en casi todas sus cartas posteriores. Los destinatarios son «la Iglesia de Tesalónica» (1). La palabra «Iglesia» no es tan inocente como parece. Para la mayoría de los cristianos de hoy quizás ha perdido toda la fuerza innovadora y subversiva que contiene. No era así para las primeras comunidades de creyentes. En el contexto civil de la época, «Iglesia» –«ekklesía», en griego– designaba a la «asamblea de dirigentes» que encarnaba el ideal democrático de participación ciudadana que había dado origen a la ciudad griega –«polis»–. En tiempos del Apóstol, sin embargo, estas «asambleas ciudadanas» estaban sometidas a la autoridad suprema del emperador y, como tales, controladas y manipuladas para perpetuar los planes de dominio político, económico y social del imperio romano.

Pablo llama «Iglesia» a la comunidad cristiana de Tesalónica, pero con un cambio total de sentido, en contraste y oposición con la sociedad o «ekklesía» civil de su tiempo, detentora, la mayoría de las veces, de un poder opresor. La comunidad cristiana o Iglesia apunta a una sociedad alternativa, radicalmente distinta. La clave está en la «autoridad» de quienes la convocan y sostienen, que le dan nueva identidad y a quienes debe obediencia: Dios Padre y el Señor Jesucristo. En la mente de Pablo, la «Iglesia» es también la heredera de la «Asamblea de Dios» («qahal», en hebreo), título con que se designaba al pueblo de Israel, elegido y convocado por Dios.

Ambas resonancias, griega y hebrea, siguen en los buenos deseos iniciales de la carta. «Gracia» es saludo griego, en clave cristiana es el favor de Dios otorgado ahora por medio de su Hijo. «Paz» es saludo hebreo. El contexto cristiano enriquece el contenido de la palabra, dándole también un sentido de «paz alternativa» a la «paz romana», que era la ideología política de la época: «les doy mi paz, y no la doy como la da el mundo» (Jn 14,27).

1,2-10 Acción de gracias. El recuerdo de sus comunidades va siempre unido en Pablo a la oración y a la acción de gracias por ellas. El Apóstol expresa esta «acción de gracias» (2) con el mismo término con que se designa a la celebración donde la presencia del Señor resucitado convoca y transforma a los creyentes en una comunidad de hermanos y hermanas: eucaristía. De ahí que la fe, la esperanza y la caridad de los tesalonicenses que recuerda y menciona el Apóstol tengan esta dimensión fraterna: una fe activa que se traduce en obras (cfr. Gál 5,6); un amor solidario que implica esfuerzo; una esperanza que es paciente y firme. Encontramos, pues, reunidas por primera vez las tres virtudes teologales «fe, esperanza y amor», y volverán a mostrarse unidas en 1 Cor 13,13; Rom 5,2-5; Gál 5,5s; Col 1,4s; Heb 6,10-12; 1 Pe 1,21s. Para Pablo no pueden separarse y funcionar aisladamente, puesto que la una implica a las otras y las tres juntas definen la vivencia total del compromiso cristiano. Esta nueva vida de la Iglesia de los tesalonicenses ha sido posible porque el Evangelio que Pablo les predicó no fue simple palabra humana, sino que iba cargada con la energía y eficacia del Espíritu Santo, y por tanto, fue fecunda y produjo fruto (cfr. Is 55,10s; 1 Cor 2,4).

El «fruto evangélico» que les recuerda el Apóstol es la acogida gozosa de su predicación y de su testimonio «en medio de graves dificultades» (6), de manera que al imitar a Pablo en este sufrir con gozo por el Evangelio (cfr. 1 Cor 4,16), los tesalonicenses se convirtieron en imitadores de Jesucristo y «en modelo de todos los creyentes de Macedonia y Acaya» (7). La paradoja del gozo en el sufrimiento está apuntada ya en el Antiguo Testamento (cfr. Sal 4,8) y es tema central del mensaje evangélico (cfr. Lc 6,22s; Hch 5,41). Es un gozo infundido por el Espíritu.

Pablo presenta a continuación, en síntesis apretada, en qué consistió esta primera predicación que fructificó en la conversión de los tesalonicenses, por la que está dando gracias a Dios, a saber: el abandono de los ídolos para adherirse al Dios vivo y entrar así en la esperanza de la venida de su Hijo, Jesús, «que nos libra de la condena futura» (10). Esta esperanza de la venida de Cristo al final de los tiempos será uno de los temas principales de la carta.