Éxodo, 10
Octava plaga: langostas (Jl 1,2-12; Ap 9,1-11)
10 1El Señor dijo a Moisés:
–Preséntate al faraón, porque yo lo he puesto terco a él y a su corte, para realizar en medio de ellos mis signos; 2para que puedas contar a tus hijos y nietos cómo traté a los egipcios, y los signos que ejecuté en medio de ellos; así sabrán que yo soy el Señor.
3Moisés y Aarón se presentaron al faraón y le dijeron:
–Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar marchar a mi pueblo para que me rinda culto? 4Si te niegas a dejar marchar a mi pueblo, mañana enviaré la langosta a tu territorio: 5cubrirá la superficie de la tierra, de modo que no se vea el suelo; se comerá todo lo que se haya salvado del granizo, se comerá todas las plantas que brotan en el campo de ustedes; 6llenarán tu casa, las casas de tus ministros y de todos los egipcios; algo que no vieron tus padres ni tus abuelos desde que poblaron la tierra hasta hoy.
Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón.
7Los ministros del faraón dijeron:
–¿Hasta cuándo nos estará llevando ése a la ruina? Deja marchar a esa gente para que rinda culto al Señor, su Dios. ¿No acabas de comprender que Egipto se está arruinando?
8Hicieron volver a Moisés y a Aarón a presencia del faraón, y éste les dijo:
–Vayan a rendir culto al Señor, su Dios, pero antes díganme quiénes tienen que ir. 9Moisés respondió:
–Tenemos que ir con chicos y ancianos, con hijos e hijas, con ovejas y vacas, para celebrar la fiesta del Señor.
10Él replicó:
–El Señor los acompañe, si yo los dejo marchar con sus niños. Se ve con claridad que ustedes tienen malas intenciones. 11No; que vayan solamente los varones a ofrecer culto al Señor; es lo que han pedido.
Y el faraón los despachó.
12El Señor dijo a Moisés:
–Extiende tu mano sobre Egipto, haz que la langosta invada el país y se coma la hierba y cuanto se ha salvado del granizo.
13Moisés extendió la vara sobre Egipto. El Señor hizo soplar sobre el país un viento del este todo el día y toda la noche; a la mañana siguiente, 14el viento trajo la langosta, que invadió todo Egipto, y se posó por todo el territorio; tal cantidad de langosta nunca hubo antes ni la habrá después. 15Cubrió la superficie, destrozó las tierras, devoró la hierba y todos los frutos, cuanto se había salvado del granizo, y no quedó cosa verde, ni árboles ni hierba, en todo el territorio egipcio.
16El faraón llamó inmediatamente a Moisés y a Aarón, y les dijo:
–He pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17Perdonen esta vez mi pecado, recen al Señor, su Dios, para que aleje de mí este castigo mortal.
18Moisés salió de su presencia, y rezó al Señor. 19El Señor cambió la dirección del viento, que empezó a soplar con toda fuerza del oeste, y se llevó la langosta, empujándola hacia el Mar Rojo: no quedó una sola langosta en todo el territorio.
20Pero el Señor hizo que el faraón se empeñase en no dejar marchar a los israelitas.
Novena plaga: tinieblas (Sab 17; Ap 16,10)
21El Señor dijo a Moisés:
–Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el territorio egipcio una oscuridad palpable.
22Moisés extendió la mano hacia el cielo, y una densa oscuridad cubrió el territorio egipcio durante tres días. 23No se veían unos a otros ni se movieron de su sitio durante tres días, mientras que todos los israelitas tenían luz en sus poblados.
24El faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:
–Vayan a ofrecer culto al Señor; también los niños pueden ir con ustedes, pero dejen las ovejas y las vacas.
25Respondió Moisés:
–Tienes que dejarnos llevar víctimas para los sacrificios que hemos de ofrecer al Señor Dios nuestro. 26También el ganado tiene que venir con nosotros, sin quedar ni una res, porque nosotros queremos tomar de lo nuestro para ofrecerlo al Señor, nuestro Dios, y no sabremos qué tenemos que ofrecer al Señor hasta que lleguemos allá.
27Pero el Señor hizo que el faraón se empeñara en no dejarlos marchar.
28El faraón, entonces, le dijo:
–Fuera de mi presencia, y cuidado con volver a presentarte; si te vuelvo a ver, morirás inmediatamente.
29Respondió Moisés:
–Tú mismo lo has dicho: no volveré a verte.
Notas:
10,1-20 Octava plaga: langostas. Por primera vez se constata la intervención de los ministros del faraón que comienzan a exasperarse y le piden acceder a la petición de los hebreos. Su intervención no es tanto a favor de los esclavos, sino a favor del país que se está arruinando (7). La petición de los ministros hace que el faraón llame de nuevo a Moisés y Aarón para intentar una negociación, donde el rey egipcio regatea argumentando una posible conspiración (10s). A pesar de su decisión afirmativa, la plaga de langostas se hace presente, lo cual motiva de nuevo una confesión de culpa y de pecado contra Dios y contra los israelitas y una petición de perdón (16s); sin embargo, aunque esta actitud del faraón era la que buscaba Moisés (3), la humillación y el arrepentimiento del faraón no llevan a ninguna parte si en realidad no está acompañada de un cambio real de vida. La constatación es que se resiste de nuevo a dejar salir al pueblo (20).
10,21-29 Novena plaga: tinieblas. En el episodio anterior, el faraón había permitido la salida sólo de los varones, lo cual no evitó el azote de las langostas. De nuevo, se avanza un poco más y ahora accede a que se vayan también los niños, pero ovejas y vacas deben quedarse (24). Esta decisión está motivada por el nuevo fenómeno/castigo que ha azotado al país: las tinieblas. Con todo, Moisés mantiene firme sus exigencias: todos, hombres, mujeres y niños y todo el ganado deben salir de Egipto (25s). Las últimas palabras del diálogo entre el faraón y Moisés anticipan el final de esta serie de signos y prodigios que tendrán su culmen en la muerte de los primogénitos de Egipto y la liberación de los israelitas.