2 Crónicas, 6

6 1Entonces Salomón dijo:

–El Señor quiere habitar en las tinieblas; 2y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre.

Plegaria de Salomón (1 Re 8,14-53)

3Luego se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel mientras ésta permanecía de pie 4y dijo:

–Bendito el Señor, Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David cuando le dijo: 5Desde el día que saqué del país de Egipto a mi pueblo, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel para hacerme un templo donde residiera mi Nombre, y no elegí a nadie para que fuese caudillo de mi pueblo, Israel, 6sino que elegí a Jerusalén para poner allí mi Nombre y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo, Israel. 7Mi padre, David, pensó edificar un templo en honor del Señor, Dios de Israel, 8y el Señor le dijo: Ese proyecto que tienes de construir un templo en mi honor, haces bien en tenerlo; 9sólo que tú no construirás ese templo, sino que un hijo de tus entrañas será quien construya ese templo en mi honor. 10El Señor ha cumplido la promesa que hizo; yo he sucedido en el trono de Israel a mi padre, David, como prometió el Señor, y he construido este templo en honor del Señor, Dios de Israel. 11Y en él he colocado el arca, donde se conserva la alianza que el Señor pactó con los hijos de Israel.

12Salomón, de pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos. 13Salomón había hecho un estrado de bronce de dos metros y medio de largo por dos y medio de ancho y uno cincuenta de alto, y lo había colocado en medio del atrio; subió a él, se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel, elevó las manos al cielo 14y dijo:

–Señor, Dios de Israel. Ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores cuando caminan delante de ti de todo corazón como tú quieres. 15Tú has cumplido, a favor de mi padre, David, la promesa que le habías hecho y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca. 16Ahora, Señor, Dios de Israel, mantén en favor de tu siervo, mi padre, David, la promesa que le hiciste: No te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, a condición de que tus hijos sepan comportarse, caminando por mi ley como has caminado tú. 17Ahora, Señor, Dios de Israel, confirma la promesa que hiciste a tu siervo David. 18Aunque, ¿es posible que Dios habite con los hombres en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que te he construido!

19Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu servidor, Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige tu servidor. 20Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu servidor te dirige en este sitio! 21Escucha las súplicas de tu servidor y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú desde tu morada del cielo, escucha y perdona.

22Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu altar en este templo, 23escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus servidores: condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según su inocencia.

24Cuando tu pueblo, Israel, sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si se convierten y confiesan su pecado, y rezan y suplican ante ti en este templo, 25escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepienten cuando tú los afliges, 27escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu servidor, de tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía la lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.

28Cuando en el país haya hambre, peste, sequía y plagas en los sembrados, langostas y saltamontes; cuando el enemigo cierre el cerco a algunas de sus ciudades; en cualquier calamidad o enfermedad, 29si uno cualquiera, o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos y el dolor, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y súplicas, 30escucha tú desde el cielo donde moras, perdona y actúa, paga a cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque solo tú conoces el corazón humano; 31así te respetarán y marcharán por tus sendas mientras vivan en la tierra que tú diste a nuestros padres.

32Pero también al extranjero que no pertenece a tu pueblo, Israel: cuando venga de un país lejano, atraído por tu gran fama, tu mano fuerte y tu brazo extendido, cuando venga a rezar en este templo, 33escúchalo tú desde el cielo, donde moras, haz lo que te pida, para que todas las naciones del mundo conozcan tu fama y te respeten como tu pueblo, Israel, y sepan que tu Nombre ha sido invocado en este templo que he construido.

34Cuando tu pueblo salga en campaña contra sus enemigos por el camino que le señales, si rezan a ti vueltos hacia esta ciudad que has elegido y al templo que he construido en tu honor, 35escucha tú desde el cielo su oración y súplica y hazles justicia.

36Cuando pequen contra ti –porque nadie está libre de pecado– y tú, irritado con ellos, los entregues al enemigo, y los vencedores los destierren a un país lejano o cercano, 37si en el país donde viven deportados reflexionan y se convierten, y en el país de su destierro te suplican diciendo: Hemos pecado, hemos faltado, somos culpables; 38si en el país del destierro adonde los han deportado se convierten a ti con todo el corazón y con toda el alma, y rezan vueltos a la tierra que habías dado a sus padres, hacia la ciudad que elegiste y el templo que he construido en tu honor, 39desde el cielo donde moras escucha tú su oración y súplica, hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti. 40Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.

41Y ahora, levántate, Señor Dios, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder; que tus sacerdotes, Señor Dios, se vistan de gala, que tus fieles rebosen de felicidad. 42Señor Dios, no rechaces a tu ungido; recuerda la lealtad de David, tu servidor.

Notas:

6,3-42 Plegaria de Salomón. He aquí una larga plegaria que el Cronista pone en labios de Salomón. Esta construida sobre el texto de 1 Re 8,14-53. La plegaria está compuesta en dos partes: una dirigida al pueblo (6,3-11) y otra como oración personal (6,12-42). En la primera, resalta el tema de la elección de Jerusalén como la ciudad que Dios eligió para erigir el Templo, y la elección de David y Salomón para construirlo. Resalta el hecho de que en el Templo mora el «Nombre del Señor» (5.6.8.10). La segunda parte, es una súplica de intersección en favor del pueblo con una perspectiva mucho más universal (32). Se reconoce que Dios trasciende los límites del Templo (18) y que solo en él habita su Nombre (20).