2 Reyes, 2

CICLO DE ELISEO

Eliseo es el discípulo fiel y sucesor legítimo de Elías. En un círculo reducido es jefe de una corporación de profetas, entre los cuales se acredita más por sus milagros que por su enseñanza. Sus poderes taumatúrgicos tienen mayor alcance: sana enfermos crónicos (Naamán de Siria, 5 ), conoce los secretos militares (6,8), tiene visiones celestes (6,17), hasta resucita muertos. Por su misión profética, acompaña o se enfrenta con los reyes de Israel: con Jorán y Joás, unge rey a Jehú. Su autoridad se extiende cada vez más, pues interviene de modo decisivo en la política y la actividad bélica de Siria.

Para el autor lo más significativo de Eliseo es un paralelismo de conjunto y de detalles con Elías: en parte imita y repite la acción del maestro, en parte lleva a término lo que quedaba pendiente. Con todo, la tradición no le ha asignado un puesto destacado junto a Elías.

Elías, arrebatado al cielo

(Eclo 48,9-12; Mal 3,23s)

2 1Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Eliseo se marcharon de Guilgal. 2Elías dijo a Eliseo:

–Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Betel.

Eliseo respondió:

–¡Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré!

Bajaron a Betel, 3y la comunidad de profetas de Betel salió a recibir a Eliseo. Le dijeron:

–¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro?

Él respondió:

–Claro que lo sé. ¡No digan nada!

4Elías dijo a Eliseo:

–Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Jericó.

Eliseo respondió:

–¡Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré!

Llegaron a Jericó, 5y la comunidad de profetas de Jericó se acercó a Eliseo y le dijeron:

–¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro?

Él respondió:

–Claro que lo sé. ¡No digan nada!

6Elías dijo a Eliseo:

–Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán.

Eliseo respondió:

–¡Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré!

Y los dos siguieron caminando.

7También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas, y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; 8Elías tomó su manto, lo enrolló, golpeó el agua y el agua se dividió por medio, y así pasaron los dos por el suelo seco. 9Mientras pasaban el río, dijo Elías a Eliseo:

–Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.

Eliseo pidió:

–Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.

10Elías comentó:

–¡No es poco lo que pides! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.

11Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino. 12Eliseo lo miraba y gritaba:

–¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su caballería!

Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; 13luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán, 14y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua, diciendo:

–¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?

Golpeó el agua, el agua se dividió por medio y Eliseo cruzó. 15Al verlo los hermanos profetas que estaban enfrente, comentaron:

–¡Se ha posado sobre Eliseo el espíritu de Elías!

Entonces fueron a su encuentro, se postraron ante él 16y le dijeron:

–Aquí entre tus siervos tienes cincuenta valientes; déjalos ir a buscar a tu maestro. A lo mejor el Espíritu del Señor lo ha arrebatado y lo ha arrojado por algún monte o algún valle.

Eliseo les dijo:

–No manden a nadie.

17Pero como le insistieron hasta hartarlo, dijo:

–Que vayan.

Ellos mandaron cincuenta hombres que lo buscaron durante tres días y no dieron con él. 18Cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, les dijo:

–¿No les había dicho que no fueran?

Milagros de Eliseo (Éx 15,22-26)

19Los habitantes de Jericó dijeron a Eliseo:

–El emplazamiento de la villa es bueno, como el señor puede ver. Pero el agua es malsana y hace abortar a las mujeres.

20Eliseo contestó:

–Tráiganme un plato nuevo y pongan en él un poco de sal.

Cuando se lo llevaron, 21fue al manantial, echó allí la sal y dijo:

–Así dice el Señor: Yo purifico estas aguas. Ya no saldrá de aquí muerte ni esterilidad.

22Y el agua se volvió potable hasta el día de hoy, conforme a lo que dijo Eliseo.

23Después subió de allí a Betel, y según subía por el camino salieron del poblado unos muchachos, que se burlaron de él:

–¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!

24Eliseo se volvió, se les quedó mirando y los maldijo invocando al Señor. Entonces salieron de la espesura dos osas que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos jóvenes.

25Eliseo marchó al monte Carmelo, y luego desde allí volvió a Samaría.

Notas:

2,1-18 Elías, arrebatado al cielo. Entra en acción Eliseo, el sucesor de Elías. Varias escenas merecen ser resaltadas en este relato: 1. La marcha de Elías a Betel (2), a Jericó (4-6) y al Jordán (6s). Según Elías, este itinerario es ordenado por el Señor y debe hacerlo solo; sin embargo, Eliseo no obedece a su maestro y le sigue a todas partes. Lo curioso es que Elías no hace valer la orden del Señor y con su silencio permite la presencia del discípulo. 2. Las comunidades de profetas de Betel (3) y Jericó (5) salen al encuentro de ambos personajes y, por lo que dicen, pareciera que ya conocían la decisión del Señor de arrebatar a Elías. 3. El diálogo entre Elías y Eliseo (9-12). Elías quiere conceder algún deseo a su discípulo, pero la petición de éste no es algo que dependa de él; Eliseo quiere nada menos que dos tercios del espíritu de su maestro (9c); con todo, lo obtendrá si logra ver al profeta en el momento de su partida. 4. El arrebato de Elías (11s). 5. El regreso de Eliseo del Jordán a Jericó (13-18). 6. La constatación por parte de la comunidad de profetas de que el espíritu de Elías se había posado sobre Eliseo (17). 7. Los profetas insisten a Eliseo para que les permita salir a buscar a Elías (16-18). Eliseo queda confirmado como «legítimo» sucesor de Elías mediante dos acontecimientos: 1. Con el manto de Elías abre las aguas del Jordán para deshacer el camino hacia Betel (14) –es decir, repite la actuación de Elías–. Desde muy antiguo, el manto parece definir lo que es una persona; véase el ciego de Jericó, que «tira el manto» una vez que Jesús ha transformado su vida (Mc 10,46-50). 2. Los mismos profetas que se hallan en Jericó lo aclaman y confirman como sucesor: «¡Se ha posado sobre Eliseo el espíritu de Elías!» (15). Con los ciclos de Elías y de Eliseo estaríamos ante una de las etapas evolutivas del profetismo en Israel, un servicio carismático que empieza a cobrar forma alrededor de una necesidad: erradicar la idolatría del reino del norte y fijar radicalmente el culto al Señor. Como puede verse, las imágenes, los diálogos y los hechos mismos nos estarían indicando una posible discusión sobre cuestiones de sucesión o no entre los profetas. Eliseo es entendido como el «sucesor» de Elías, pero, ¿quién sucede a Eliseo? El hecho es que para cuando surgen los así llamados profetas «posteriores» o profetas «escritores» se ha llegado al consenso de que no hay propiamente sucesión profética, aunque en torno a los profetas más significativos se van formando corrientes o escuelas que dan continuidad en el tiempo a las enseñanzas del profeta y posibilitan la posterior fijación de sus enseñanzas por escrito, bajo el nombre del profeta principal. 2,19-25 Milagros de Eliseo. Eliseo acredita su misión –o mejor su función profética– saneando las aguas del manantial que utilizan los habitantes de Jericó. El segundo signo, que no debemos tomar literalmente y mucho menos como ejemplo que imitar, es la maldición de Eliseo sobre unos niños que se burlan de él por el camino a Betel, maldición que provoca la muerte de ¡cuarenta y dos niños! en las garras de dos osas. El mensaje de este detalle, por demás exagerado, podría ser que la maldición recae sobre quienes ridiculizan a un profeta del Señor. El exagerado número de niños podría representar al mismo pueblo de Israel y su comportamiento todavía «infantil». La evolución del verdadero profetismo en Israel no fue hacia la institucionalización, sino precisamente hacia la conformación de la conciencia, primero del rey y luego del pueblo. El relato termina con la llegada de Eliseo al monte Carmelo, punto de partida, y su regreso a Samaría, sede del gobierno del reino del norte (25).