Deuteronomio, 6

Los diez mandamientos (Éx 20)

5 1Moisés convocó a los israelitas y les dijo:

–Escucha, Israel, los mandatos y decretos que hoy les predico, para que los aprendan, los guarden y los pongan en práctica.

2»El Señor, nuestro Dios, hizo alianza con nosotros en el Horeb. 3No hizo esa alianza con nuestros padres, sino con nosotros, con los que estamos vivos hoy, aquí. 4Cara a cara habló el Señor con ustedes en la montaña, desde el fuego. 5Yo mediaba entonces entre el Señor y ustedes, anunciándoles la Palabra del Señor, porque les daba miedo aquel fuego y no subieron a la montaña.

»El Señor dijo: 6 Yo soy el Señor, tu Dios. Yo te saqué de Egipto, de la esclavitud.

7»No tendrás otros dioses rivales míos.

8»No te harás imágenes: figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. 9No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen. 10Pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.

11»No pronunciarás el Nombre del Señor, tu Dios, en falso, porque El Señor no dejará sin castigo a quien pronuncie su Nombre en falso.

12»Guarda el día del sábado, santificándolo, como el Señor, tu Dios, te ha mandado. 13Durante seis días trabaja y haz tus tareas; 14pero el día séptimo es día de descanso dedicado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades, para que descansen como tú, el esclavo y la esclava. 15Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que te sacó de allí el Señor, tu Dios, con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso te manda el Señor, tu Dios, guardar el día del sábado.

16»Honra a tu padre y a tu madre, como te mandó el Señor; así prolongarás la vida y te irá bien en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

17»No matarás.

18»Ni cometerás adulterio.

19»Ni robarás.

20»Ni darás testimonio falso contra tu prójimo.

21»Ni pretenderás la mujer de tu prójimo. Ni codiciarás su casa, ni sus tierras, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.

22Éstos son los mandamientos que el Señor pronunció con voz potente ante toda la asamblea, en la montaña, desde el fuego y los nubarrones. Y, sin añadir más, los grabó en dos tablas de piedra y me las entregó.

Temor del pueblo

23»Al escuchar la voz que salía de las tinieblas, mientras el monte ardía, se acercaron a mí sus jefes de tribu y autoridades, 24y me dijeron: El Señor, nuestro Dios, nos ha mostrado su Gloria y su grandeza, hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy vemos que puede Dios hablar a un hombre y seguir éste con vida. 25Pero ahora tememos morir devorados por ese fuego violento; si seguimos oyendo la voz del Señor, nuestro Dios, moriremos. 26Porque, ¿qué mortal es capaz de oír, como nosotros, la voz de un Dios vivo, hablando desde el fuego, y salir con vida? 27Acércate tú y escucha cuanto tenga que decirte el Señor, nuestro Dios. Luego tú nos comunicarás todo lo que te diga el Señor, nuestro Dios; nosotros escucharemos y obedeceremos.

28El Señor oyó lo que me decían, y me dijo: He oído lo que te dice ese pueblo; tiene razón. 29Ojalá conserven siempre esa actitud, respetándome y guardando mis preceptos; así, les irá bien a ellos y a sus hijos por siempre. 30Ve y diles: vuélvanse a las tiendas. 31Pero tú quédate aquí conmigo, y te daré a conocer todos los preceptos, los mandatos y decretos que has de enseñarles, para que los cumplan en la tierra que les voy a dar para que tomen posesión de ella.

32Pongan por obra lo que les mandó el Señor, su Dios; no se aparten ni a derecha ni a izquierda. 33Sigan el camino que les marcó el Señor, su Dios, y vivirán, les irá bien y prolongarán la vida en la tierra que van a ocupar.

El gran mandamiento

6 1»Éstos son los preceptos, los mandatos y decretos que el Señor, su Dios, les mandó aprender y cumplir en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella. 2A fin de que respetes al Señor, tu Dios, guardando toda la vida todos los mandatos y preceptos que te doy –y también a tus hijos y nietos–, y así te alargarán la vida. 3Por eso, escucha, Israel, y esfuérzate en cumplirlos para que te vaya bien y crezcas mucho. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: Es una tierra que mana leche y miel.

4»Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. 5Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. 6Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, 7se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; 8las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; 9las escribirás en las columnas y en las puertas de tu casa.

10»Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres –a Abrahán, Isaac y Jacob– que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, 11casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya cavados que tú no has cavado, viñas y olivares que tú no has plantado, cuando comas hasta hartarte, 12ten cuidado de no olvidar al Señor, que te sacó de Egipto, de la esclavitud.

13»Al Señor, tu Dios, respetarás, a él sólo servirás, sólo en su Nombre jurarás.

14»No seguirán a dioses extranjeros, dioses de los pueblos vecinos, 15porque el Señor, tu Dios, es un Dios celoso en medio de ti. No se encienda contra ti la ira del Señor, tu Dios, y te extermine de la superficie de la tierra.

16»No provoquen al Señor, su Dios, poniéndolo a prueba, como lo provocaron en Masá.

17»Guardarás los preceptos del Señor, tu Dios, las normas y mandatos que te ordenó.

18»Harás lo que el Señor, tu Dios, aprueba y da por bueno; así, te irá bien, entrarás y tomarás posesión de esa tierra buena que prometió el Señor a tus padres, 19arrojando ante ti a todos tus enemigos, como te dijo el Señor.

20»Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: ¿Qué son esas normas, esos mandatos y decretos que les mandó el Señor, su Dios?, 21le responderás a tu hijo: Éramos esclavos del faraón en Egipto y el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte; 22el Señor hizo ante nuestros ojos signos y prodigios grandes y tremendos contra el faraón y toda su corte. 23A nosotros nos sacó de allí para traernos y darnos la tierra que había prometido a nuestros padres. 24Y nos mandó cumplir todos estos mandatos, respetando al Señor, nuestro Dios, para nuestro bien perpetuo, para que sigamos viviendo como hoy. 25Quedamos justificados ante el Señor, nuestro Dios, si ponemos por obra todos los preceptos que nos ha mandado.

Notas:

5,23-33 Temor del pueblo. Moisés recuerda al pueblo la actitud de temor y miedo que habían sentido en el Sinaí cuando Dios se había dirigido a ellos. El pueblo no había soportado escuchar la voz del Señor, y por eso había decidido que Moisés oficiara como su mediador (cfr. Éx 20,18-26). Esta función de mediador con plena autoridad es aprobada por el mismo Dios, quien manda retirar al pueblo para quedarse solo con Moisés, para instruirlo y para que él transmita luego al pueblo su Ley (30s).

La tradición religiosa de Israel que sostiene este carácter mediador de Moisés, es especialmente subrayada aquí por la corriente deuteronomista (D) para darle una mayor fuerza de autoridad a las inserciones y ampliaciones que esta corriente teológico-literaria está realizando en el s. VIII a.C. El pueblo que ha decidido espontáneamente señalar a Moisés esta función mediadora (27ab) queda comprometido a escuchar y obedecer (27c), y ése es precisamente el motivo de esta exhortación de Moisés (32s).