Génesis, 16
Ismael (1 Sm 1; Gál 4,21-31)
16 1Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar.
2Y Saray dijo a Abrán:
–El Señor no me deja tener hijos; únete a mi sierva a ver si ella me da hijos.
Abrán aceptó la propuesta.
3A los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. 4Él se unió a Agar y ella concibió. Y al verse encinta le perdió el respeto a su señora.
5Entonces Saray dijo a Abrán:
–Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me pierde el respeto. Sea el Señor nuestro juez.
6Abrán dijo a Saray:
–De tu esclava dispones tú; trátala como te parezca.
Saray la maltrató y ella se escapó.
7El ángel del Señor la encontró junto a una fuente de la estepa, la fuente del camino de Sur, 8y le dijo:
–Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Ella respondió:
–Vengo huyendo de mi señora.
9El ángel del Señor le dijo:
–Vuelve a tu señora y sométete a ella.
10Y el ángel del Señor añadió:
–Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.
11Y el ángel del Señor dijo:
–Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. 12Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.
13Agar invocó el Nombre del Señor, que le había hablado:
–Tú eres Dios, que me ve, y se decía: ¡He visto al que me ve!
14Por eso se llama aquel pozo: Pozo del que vive y me ve, y está entre Cades y Bared.
15Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. 16Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.
Notas:
16,1-16 Ismael. La promesa de la descendencia (12,2s; 13,16; 15,5) aún no empieza a cumplirse. Sara ya no puede concebir y recurre al uso común de la época, obtener un hijo por medio de su esclava. Ésta no es del mismo pueblo, es egipcia (1.3). Según lo estipulado por la misma ley mosaica, «no tomarás esclavos de tu mismo pueblo» (Lv 25,44), lo cual nos da idea de que el relato no es demasiado antiguo. Lo que sí es muy antiguo es la relación antagónica entre israelitas e ismaelitas. Este relato prepara la oposición que históricamente ha existido entre judíos y árabes. Agar, madre de Ismael, aunque rechazada por Sara por su falta de respeto, no es desechada por el Señor. A ella, como matriarca del pueblo ismaelita, Dios también le promete una numerosa descendencia (10), pero no hay promesa de territorio. Con sutileza, el redactor deja relegado a todo este pueblo a vivir al margen del territorio como «potro salvaje», «separado de sus hermanos» (12), sometido a ellos, según la orden dada a su misma madre: «sométete a ella» (9).
No se pueden perder de vista dos aspectos muy importantes para poder entender este episodio que abiertamente contradice la actitud justa de Dios:
- El relato, aunque anuncia algo que sucederá en el futuro, es en realidad un comportamiento con un trasfondo histórico que hunde sus raíces en el más remoto pasado, que continúa en el presente –tiempo de la redacción– y se mantendrá en el futuro.
- El narrador, y con él la comunidad de creyentes, tiende a poner en boca de Dios –le atribuye su realización o la autoridad divina aprueba– aquello que ellos consideran bueno, benéfico y positivo para su grupo, sin tener en cuenta muchas veces los efectos sobre otros núcleos o colectivos humanos. Por ello es necesario leer este texto también en clave de justicia para no equivocarnos respecto a la misericordia y el amor de Dios.