Génesis, 29

Jacob y Raquel (24; Éx 2,15)

29 1Jacob se puso en camino y se dirigió al país de los orientales.

2Cuando he aquí que en campo abierto vio un pozo y tres rebaños de ovejas descansando junto a él, porque en ese pozo daban de beber a los rebaños. La piedra que tapaba el pozo era enorme, 3tanto que se reunían allí todos los pastores, corrían la piedra de la boca del pozo y daban de beber a las ovejas; después colocaban de nuevo la piedra en su sitio en la boca del pozo. 4Jacob les dijo:

–Hermanos, ¿de dónde son?

Contestaron:

–Somos de Jarán.

5Les preguntó:

–¿Conocen a Labán hijo de Najor?

Contestaron:

–Lo conocemos.

6Les dijo:

–¿Qué tal está?

Contestaron:

–Está bien. Justamente Raquel su hija está llegando con las ovejas.

7Él dijo:

–Todavía es pleno día, no es hora de recoger el ganado. ¿Por qué no dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar?

8Replicaron:

–No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños. Entonces corremos la piedra de la boca del pozo y damos de beber a las ovejas.

9Todavía estaba hablando con ellos, cuando llegó Raquel, que era pastora, con las ovejas de su padre. 10Cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, su tío materno, y las ovejas de Labán, su tío materno, corrió la piedra de la boca del pozo y dio de beber a las ovejas de Labán, su tío materno.

11Después Jacob besó a Raquel y rompió a llorar ruidosamente. 12Jacob explicó a Raquel que era hermano de su padre, hijo de Rebeca. Ella corrió a contárselo a su padre. 13Cuando Labán oyó la noticia sobre Jacob, hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Jacob contó a Labán todo lo sucedido.

14Labán le dijo:

–¡Eres de mi carne y sangre!

Y se quedó con él un mes.

15Labán dijo a Jacob:

–El que seas mi hermano no es razón para que me sirvas gratuitamente; dime qué salario quieres.

16Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, la menor se llamaba Raquel. 17Lía tenía ojos apagados, Raquel era guapa y de buen tipo. 18Jacob estaba enamorado de Raquel, y le dijo:

–Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.

19Contestó Labán:

–Más vale dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.

20Jacob sirvió por Raquel siete años y estaba tan enamorado, que le parecieron unos días.

21Jacob dijo a Labán:

–Se ha cumplido el tiempo, dame a mi mujer, que me acueste con ella.

22Labán reunió a todos los hombres del lugar y les ofreció un banquete.

23Anochecido, tomó a su hija Lía, se la llevó a él y él se acostó con ella. 24Labán entregó su criada Zilpa a su hija Lía como criada. 25Al amanecer descubrió que era Lía, y protestó a Labán:

–¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?

26Contestó Labán:

–No es costumbre en nuestro lugar dar la pequeña antes de la mayor. 27Termina esta semana y te daré también la otra en pago de que me sirvas otros siete años.

28Jacob aceptó, terminó aquella semana y él le dio por mujer a su hija Raquel. 29Labán entregó a su hija Raquel su criada Bilha como criada. 30Se acostó también con Raquel y quiso a Raquel más que a Lía; y se quedó a servir otros siete años.

Hijos de Jacob (cfr. 46,8-25; Sal 127,3; 128,3)

31Viendo el Señor que Lía no era correspondida, la hizo fecunda; mientras Raquel seguía estéril. 32Lía concibió, dio a luz a un hijo y lo llamó Rubén diciendo:

–Ha visto el Señor mi aflicción y ahora me querrá mi marido.

33Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:

–Ha oído el Señor que no era correspondida y me ha dado este hijo. Y lo llamó Simeón.

34Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:

–Esta vez mi marido se sentirá ligado a mí, pues le he dado tres hijos.

Por eso lo llamó Leví. 35Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:

–Esta vez doy gracias al Señor.

Por eso lo llamó Judá. Y dejó de dar a luz.

Notas:

29,1-14 Jacob y Raquel. La narración de los conflictos entre Esaú y Jacob cede el paso al ciclo de historias sobre las peripecias iniciales de la vida de Jacob que sin mayores problemas pasa de Betel a Jarán, tierra de sus ancestros. Casi en paralelo con la suerte del criado de Abrahán que encontró con extraordinaria facilidad la que sería la esposa de Isaac (cfr. 24,1-67), Jacob conecta rápidamente con la misma parentela; su tío Labán será su suegro. Esta cercanía de parentesco no es garantía para Jacob, el cual será víctima del engaño por parte del padre de Lía y Raquel (23-29). Ésta sería la contrapartida –retribución– del engaño que, a su vez, protagonizó el mismo Jacob cuando, ayudado por su madre, robó la bendición que pertenecía a su hermano Esaú. Recuérdese que estamos en una época en la que hay una especial atención a la ley de la retribución. Con todo, la acción de Labán es implícitamente repudiada y tiene su justa compensación en 31,22-54, donde de nuevo hay una manifiesta predilección de Dios por Jacob sobre cualquier otro habitante del lugar. Mediante este recurso narrativo, la Biblia establece de manera definitiva una ruptura total de la nación judía con todo ancestro arameo de Mesopotamia.

29,31–30,24 Hijos de Jacob. Hay en el pueblo de Israel una conciencia de su origen diverso. Pese a que todos proceden de un mismo padre, no todos poseen la misma madre; de ahí la importancia que tiene para el sabio resaltar el origen materno de cada uno de los que serán los padres de las doce tribus de Israel. No importa si este dato contradice Lv 18,18, donde se prohíbe el matrimonio de un hombre con dos hermanas; el lector debía suponer que estas leyes todavía no eran vigentes en la época de los grandes antepasados y fundadores del pueblo.

Casi en la misma línea de pensamiento de Labán, de casar primero a la hija mayor, el redactor resalta el hecho de que es precisamente Lía, la hermana mayor, la fecunda, la que primero empieza a concebir y a dar cuerpo a la promesa sobre la descendencia. Hay también un ingrediente religioso cuando se resalta que, aunque Lía no sea la favorita de Jacob, es sin embargo mirada por Dios, y es en ella donde comienza a tomar forma y a cumplirse la promesa divina de una descendencia numerosa. Dios está presente en cada situación humana, por contradictoria que sea, de los orígenes de Israel.

Raquel ve con malos ojos que su hermana, que no es en sentido estricto la legítima esposa de Jacob, sea la que esté dando a luz a los hijos de su esposo y recurre a la figura de la adopción entregando a su esclava Bilha para que conciba y dé a luz en sus rodillas (30,1-3). No uno, sino dos hijos, Dan y Neftalí, nacen de esta unión de Jacob con la esclava de Raquel (30,4-8).

Lía, que a pesar de haber dado ya a luz a cuatro hijos se siente celosa de su hermana, propone a Jacob el mismo procedimiento, acostarse con su esclava Zilpa, quien da a Jacob dos nuevos hijos (30,9-13). Un incidente familiar entre Raquel y Lía sirve de marco para que Raquel «autorice» a su hermana a acostarse de nuevo con su esposo (30,14-16); de aquí nacerán dos nuevos varones y una mujer, Dina (30,17-21). En este momento, Dios se acuerda de Raquel y le concede la gracia de concebir también ella, aumentando en uno el número de los hijos de Jacob y completando así once. El nacimiento de José cierra el ciclo de historias y leyendas sobre Jacob y sus hijos en tierra de sus antepasados y nos prepara al retorno del patriarca con su familia a la tierra prometida.

Los nombres de los hijos y las circunstancias que rodean cada nacimiento designan de algún modo las circunstancias de su origen y al mismo tiempo describen el tipo de relaciones que en el acontecer histórico vivieron las doce tribus en tierra de Canaán.