Génesis, 41

José interpreta los sueños del faraón (Dn 2; 4)

41 1Pasaron dos años y el faraón tuvo un sueño: Estaba en pie junto al Nilo 2cuando vio salir del Nilo siete vacas hermosas y bien cebadas que se pusieron a pastar entre los juncos. 3Detrás de ellas salieron del Nilo otras siete vacas flacas y mal alimentadas, y se pusieron, junto a las otras, a la orilla del Nilo, 4y las vacas flacas y mal alimentadas se comieron las siete vacas hermosas y bien cebadas. El faraón despertó.

5Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: Siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas, 6y siete espigas secas y quemadas por el viento del este brotaban detrás de ellas. 7Las siete espigas secas devoraban a las siete espigas granadas y llenas. El faraón despertó; había sido un sueño.

8A la mañana siguiente, agitado, mandó llamar a todos los magos de Egipto y a sus sabios, y les contó el sueño, pero ninguno sabía interpretárselo al faraón. 9Entonces el copero mayor dijo al faraón:

–Tengo que confesar hoy mi pecado. 10Cuando el faraón se irritó contra sus siervos y nos metió en la cárcel en casa del mayordomo, a mí y al panadero mayor, 11él y yo tuvimos un sueño la misma noche; cada sueño con su propio sentido. 12Había allí con nosotros un joven hebreo, siervo del mayordomo; le contamos el sueño y él lo interpretó, a cada uno dio su interpretación. 13Y tal como él lo interpretó así sucedió: a mí me restablecieron en mi cargo, a él lo colgaron.

14El faraón mandó llamar a José. Lo sacaron aprisa del calabozo; se afeitó, se cambió el traje y se presentó al faraón. 15El faraón dijo a José:

–He soñado un sueño y nadie sabe interpretarlo. He oído decir de ti que oyes un sueño y lo interpretas.

16Respondió José al faraón:

–Sin mérito mío, Dios dará al faraón respuesta conveniente.

17El faraón dijo a José:

–Soñaba que estaba de pie junto al Nilo, 18cuando vi salir del Nilo siete vacas hermosas y bien cebadas, y se pusieron a pastar entre los juncos; 19detrás de ellas salieron otras siete vacas flacas y mal alimentadas, en los huesos; no las he visto peores en todo el país de Egipto. 20Las vacas flacas y mal alimentadas se comieron las siete vacas anteriores, las cebadas. 21Y cuando las comieron, nadie hubiera dicho que las tenían en su vientre, pues su aspecto seguía tan malo como al principio. Y me desperté.

22Tuve otro sueño: Siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas, 23y siete espigas crecían detrás de ellas, mezquinas, secas y quemadas por el viento del este; 24las siete espigas secas devoraban a las siete espigas hermosas. Se lo conté a mis magos y ninguno pudo interpretármelo.

25José dijo al faraón:

–Se trata de un único sueño: Dios anuncia al faraón lo que va a hacer. 26Las siete vacas gordas son siete años de abundancia y las siete espigas hermosas son siete años: es el mismo sueño. 27Las siete vacas flacas y desnutridas, que salían detrás de las primeras, son siete años y las siete espigas vacías y quemadas son siete años de hambre. 28Es lo que he dicho al faraón: Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. 29Van a venir siete años de gran abundancia en todo el país de Egipto; 30detrás vendrán siete años de hambre que harán olvidar la abundancia en Egipto, porque el hambre acabará con el país. 31No habrá rastro de abundancia en el país a causa del hambre que seguirá, porque será terrible. 32El haber soñado el faraón dos veces indica que Dios confirma su palabra y que se apresura a cumplirla. 33Por tanto, que el faraón busque un hombre sabio y prudente y lo ponga al frente de Egipto; 34establezca inspectores que dividan el país en regiones y administren durante los siete años de abundancia. 35Que reúnan toda clase de alimentos durante los siete años buenos que van a venir, metan grano en los graneros por orden del faraón y los guarden en las ciudades. 36Los alimentos se depositarán para los siete años de hambre que vendrán después en Egipto, y así no perecerá de hambre el país.

37El faraón y sus ministros aprobaron la propuesta, 38y el faraón dijo a sus ministros:

–¿Podemos encontrar un hombre como éste, dotado de un espíritu sobrehumano?

39Y el faraón dijo a José:

–Ya que Dios te ha enseñado todo eso, nadie será tan sabio y prudente como tú. 40Tú estarás al frente de mi casa y todo el pueblo obedecerá tus órdenes; sólo en el trono te precederé.

41Y añadió:

–Mira, te pongo al frente de todo el país.

42Y el faraón se quitó el anillo de sello de la mano y se lo puso a José; le vistió traje de lino y le puso un collar de oro al cuello. 43Lo hizo sentarse en la carroza de su lugarteniente y la gente gritaba ante él: ¡Gran Visir! Y así lo puso al frente de Egipto.

44El faraón dijo a José:

–Yo soy el faraón; sin contar contigo nadie moverá mano o pie en todo Egipto.

45Y llamó a José Zafnat-Panej, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. José salió a recorrer Egipto.

46Treinta años tenía cuando se presentó al faraón, rey de Egipto; saliendo de su presencia, viajó por todo Egipto. 47La tierra produjo generosamente los siete años de abundancia; 48durante ellos acumuló alimentos en las ciudades: en cada una metió las cosechas de los campos de la región.

49Reunió grano en cantidad como arena de la playa, hasta que dejó de medirlo porque no alcanzaba a hacerlo.

50Antes del primer año de hambre le nacieron a José dos hijos de Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. 51Al primogénito lo llamó Manasés, diciendo: Dios me ha hecho olvidar mis trabajos y la casa paterna. 52Al segundo lo llamó Efraín, diciendo: Dios me ha hecho crecer en la tierra de mi aflicción.

53Se acabaron los siete años de abundancia en Egipto 54y comenzaron los siete años de hambre, como había anunciado José. Hubo hambre en todas las regiones, y sólo en Egipto había pan. 55Llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al faraón; el faraón decía a los egipcios:

–Diríjanse a José y hagan lo que él les diga.

56La carestía cubrió todo el país. José abrió los graneros y vendió grano a los egipcios, mientras el hambre arreciaba en Egipto.

57Todo el mundo venía a Egipto, a comprar grano a José, porque el hambre arreciaba en todas partes.

Notas:

41,1-57 José interpreta los sueños del faraón. La incapacidad de los magos de la corte para interpretar los sueños del faraón es la ocasión propicia para que el copero mayor, en quien se cumplió la interpretación de José, se acuerde de su compañero de prisión y ahora sí hable de él al faraón (10-13), mencionándolo no por su nombre, sino por su condición (12). José es liberado de la prisión; de nuevo insiste en que no se trata de una capacidad personal, sino que puede descifrar el sentido de las imágenes que el faraón ha visto en sueños por una acción directa de Dios (16). Las palabras y los consejos de José convencen al monarca, por lo cual sale premiado y es nombrado gran visir, o sea, primer ministro.

Este episodio, y en especial la noticia de que el hambre y la carestía cundían por todas partes, nos prepara para el arribo de los hermanos de José a Egipto; con esos medios tan simples y cotidianos Dios va ejerciendo su acción en la historia humana. Las imágenes que José interpreta de abundancia y escasez son la constatación de lo que acontecía realmente en esta porción geográfica del Cercano Oriente, con períodos en los que se gozaba de cierta abundancia gracias a las lluvias y períodos de escasez y de hambre a causa de las sequías. En lugares tan especialmente privilegiados como Egipto, irrigado por el gran Nilo, era posible prepararse para el tiempo de la sequía, carestía y hambre mediante los métodos de aprovisionamiento propuestos por José, pero también era la ocasión para aumentar el dominio y la opresión sobre los pueblos más débiles y menos favorecidos por la naturaleza.

Se menciona el nacimiento de los dos hijos de José, Manasés y Efraín, que quedarán incorporados al número de las doce tribus de Israel y que ayudarán a entender la heterogeneidad étnica de la nación israelita.