Job 26

26 1Respondió Job:

2¡Qué manera de ayudar al débil,

de salvar al que ya no tiene fuerzas!

               3¡Qué bien has aconsejado al ignorante,

qué gran sabiduría has demostrado!

               4¿A quién has dirigido tus palabras?,

¿quién te ha inspirado para que hables así?

               5Los muertos se estremecen

debajo del mar y de sus habitantes;

               6el Abismo está desnudo a los ojos de Dios,

y sin velos, el reino de la Muerte.

               7Él extiende el cielo sobre el vacío

y colgó la tierra sobre la nada,

               8embolsa el agua en las nubes

y el nubarrón no se revienta con el peso;

               9oscurece la cara de la luna llena

desplegando sobre ella su nube;

               10trazó un círculo sobre la superficie del mar

en la frontera de la luz y las tinieblas.

               11Las columnas del cielo retiemblan,

asustadas cuando él brama;

               12con su poder aquietó el Mar,

con su inteligencia quebrantó el Caos;

               13a su soplo despeja el firmamento,

y su mano traspasó la Serpiente huidiza.

               14Y esto no es más que una parte de sus obras,

lo que hemos oído es apenas un murmullo de él;

el trueno de sus proezas, ¿quién lo comprenderá?

Notas:

26,1–27,23 Respuesta final de Job. Los siguientes dos capítulos son problemáticos; parecen ser más bien el resultado de fragmentos recogidos y yuxtapuestos. Job comienza con la típica mofa de sus amigos y los increpa con la abundancia de la clásica terminología sapiencial: consejos, avisos, reflexiones (26,2s). Se han apartado del auténtico camino de la sabiduría al no tomar en consideración un dato fundamental: la experiencia por la que él, Job, está pasando. La magnífica descripción de la creación que viene después (26,5-14) podría muy bien ser la continuación del himno de Bildad al Creador (25,2-6). Tal y como está el texto, parece que Job interrumpiera a Bildad para terminar, él mismo, el himno comenzado por su amigo, describiendo la actividad creadora de Dios en términos que recuerdan a Gn 1. Con un solemne juramento, Job continúa, de nuevo, manteniendo su inocencia. Es Dios quien le hace injusticia a él, pero, a diferencia de sus amigos, Job no servirá a Dios con la mentira y la falsedad (27,4; cfr. 13,7-9). El hecho de que mantenga «mi justicia» no quiere decir que no haya sido o sea un pecador, sino que su posición es justa y la de sus amigos, falsa (27,6). Los siguientes versículos (27,7-21) suenan, curiosamente, como fuera de lugar en boca de Job. Parecen ser más bien el eco de lo que los amigos le reprochan. Algunos expertos han tratado de reconstruir, a partir de ellos, un perdido tercer discurso de Sofar. Intentando, no obstante, de buscar un sentido al texto tal y como está, éste podría ser su significado: según la ley del antiguo Israel, a aquel que ha sido reconocido culpable de falso testimonio contra una persona inocente se le deberá imponer el mismo castigo que habría recibido la parte inocente. Ésta es la suerte que Job desea a sus pretendidos amigos (27,7), especificando después los castigos con que ellos le han amenazado (27,8-23).