Josué, 6

Conquista de Jericó (Nm 10,1-10; Ap 8)

6 1Jericó estaba cerrada a cal y canto ante los israelitas. Nadie salía ni entraba.

2El Señor dijo a Josué:

–Mira, entrego en tu poder a Jericó y su rey. 3Todos los soldados den una vuelta diaria alrededor de la ciudad durante seis días. 4Siete sacerdotes llevarán siete trompetas delante del arca; al séptimo día darán siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las trompetas, 5a la señal dada con el cuerno, cuando oigan el sonido de las trompetas, todo el ejército lanzará el grito de guerra; entonces se desplomarán las murallas de la ciudad, y cada uno la asaltará desde su puesto.

6Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les mandó:

–Lleven el arca de la alianza, y que siete sacerdotes lleven siete trompetas delante del arca del Señor.

7Y luego dijo a la tropa:

–Marchen a rodear la ciudad; los que lleven armas pasen delante del arca del Señor.

8Después que Josué dio estas órdenes a la tropa, siete sacerdotes, llevando siete trompetas, se pusieron delante del Señor y empezaron a tocar. El arca del Señor los seguía; 9los soldados armados marchaban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas; el resto del ejército marchaba detrás del arca. Las trompetas acompañaban la marcha. 10Josué había dado esta orden a la tropa:

–No lancen ningún grito de guerra, ni dejen oír su voz, no se les escape una palabra hasta el momento en que yo les mande gritar; entonces gritarán.

11Dieron una vuelta a la ciudad con el arca del Señor y se volvieron al campamento para pasar la noche. 12Josué se levantó de madrugada, y los sacerdotes tomaron el arca del Señor. 13Siete sacerdotes, llevando siete trompetas delante del arca del Señor, acompañaban la marcha de los soldados con las trompetas. Y la retaguardia marchaba tras el arca al son de las trompetas. 14Aquel segundo día dieron una vuelta a la ciudad y se volvieron al campamento. Así hicieron seis días. 15El día séptimo, al despuntar el sol, madrugaron y dieron siete vueltas a la ciudad, conforme al mismo ceremonial. La única diferencia fue que el día séptimo dieron siete vueltas a la ciudad. 16A la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron las trompetas y Josué ordenó a la tropa:

–¡Griten, que el Señor les entrega la ciudad! 17Esta ciudad, con todo lo que hay en ella, se consagra al exterminio en honor del Señor. Sólo han de quedar con vida la prostituta Rajab y todos los que estén con ella en su casa, porque escondió a nuestros emisarios. 18En cuanto a ustedes, tengan cuidado, no se les vayan los ojos y recojan algo de lo consagrado al exterminio; porque pondrán bajo maldición el campamento de Israel y le acarrearán la desgracia. 19Toda la plata y el oro y el ajuar de bronce y hierro se consagran al Señor: irán a parar a su tesoro.

20Sonaron las trompetas. Al oír el toque, lanzaron todos el grito de guerra. Las murallas se desplomaron y el ejército dio el asalto a la ciudad, cada uno desde su puesto, y la conquistaron. 21Consagraron al exterminio todo lo que había dentro: hombres y mujeres, muchachos y ancianos, vacas, ovejas y burros, todo lo pasaron a cuchillo.

22Josué había encargado a los dos espías:

–Vayan a la casa de la prostituta y sáquenla de allí con todo lo que tenga, tal como le juraron.

23Los espías fueron y sacaron a Rajab, a su padre, madre y hermanos y todo lo que tenía, y a todos los parientes, y los dejaron fuera del campamento israelita.

24Incendiaron la ciudad y cuanto había en ella. Sólo la plata, el oro y el ajuar de bronce y hierro lo destinaron al tesoro del Templo del Señor.

25Josué perdonó la vida a Rajab, la prostituta, a su familia y a todo lo suyo. Rajab vivió en medio de Israel hasta hoy, por haber escondido a los emisarios que envió Josué a explorar Jericó.

26En aquella ocasión juró Josué:

–¡Maldito de Dios el que reedifique esta ciudad! Pondrá los cimientos sobre su primogénito y colocará las puertas sobre su hijo menor.

27El Señor estuvo con Josué, y su fama se divulgó por toda la región.

Notas:

6,1-27 Conquista de Jericó. La primera campaña de Israel se dirige contra Jericó. El relato de su conquista parece más una conmemoración festiva que la toma militar de una ciudad; y es que al redactor no parece interesarle en realidad narrar una campaña bélica, sino contar a su generación –a los israelitas del s. VI-V a.C.– cómo el Señor había entregado esta tierra a sus antepasados. No lo presenta como una verdadera y auténtica campaña de conquista, sino como un don gratuito ante el cual Israel nunca podría argumentar que por su poder y por sus fuerzas se había apoderado de la ciudad o de la tierra. Este relato situado al inicio del camino hacia la posesión del territorio se convierte, entonces, en una especie de modelo para el resto de campañas. En definitiva, Israel no tiene que preocuparse por pelear ni por luchar, pues delante va el arca, garantía de que el Señor avanza entregando a Israel cada pueblo, cada lugar.