Jueces, 1

Campañas de las tribus (Jos 10)

1 1Después que murió Josué, los israelitas consultaron al Señor:

–¿Quién de nosotros será el primero en subir a luchar contra los cananeos?

2El Señor respondió:

–Que suba Judá, porque ya le he entregado el país.

3Entonces Judá dijo a su hermano Simeón:

–Ven conmigo a la región que me ha tocado en suerte; lucharemos contra los cananeos, y después iré yo contigo a la tuya.

Simeón fue con él. 4Judá subió, y el Señor le entregó a los cananeos y a los fereceos: mataron a diez mil hombres en Bézec. 5Allí encontraron a Adoni-Bézec, lucharon contra él y derrotaron a cananeos y fereceos. 6Adoni-Bézec logró escapar, pero lo persiguieron, lo apresaron y le cortaron los pulgares de manos y pies.

7Adoni-Bézec comentó:

–Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies amputados, recogían las migajas que caían de mi mesa. Dios me paga mi merecido.

Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.

8Los judíos atacaron Jerusalén; la conquistaron, pasaron a cuchillo a sus habitantes y prendieron fuego a la ciudad. 9Después bajaron a luchar contra los cananeos de la montaña, del Negueb y de la Sefela.

10Judá marchó contra los cananeos de Hebrón –llamada antiguamente Quiriat Arbá–, y derrotó a Sesay, Ajimán y Talmay. 11Desde allí marchó contra los de Debir –llamada antiguamente Quiriat Sefer–, 12y Caleb prometió:

–Al que conquiste Quiriat Sefer, le doy por esposa a mi hija Acsá.

Otoniel y Acsá

13Otoniel, hijo de Quenaz, pariente de Caleb, más joven que él, tomó la ciudad, y Caleb le dio por esposa a su hija Acsá.

14Cuando ella llegó, Otoniel la convenció para que pidiera a su padre un terreno de cultivo; ella se bajó del burro, y Caleb le preguntó:

–¿Qué te pasa?

15Contestó:

–Hazme un regalo. La tierra que me has dado es desértica, dame también tierra con manantiales.

Caleb le dio el Manantial de Arriba y el Manantial de Abajo.

16La familia de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subió desde la ciudad de Temarim, junto con los de Judá, hasta el desierto de Arad, y se establecieron entre los amalecitas.

17Judá fue con su hermano Simeón y derrotó a los cananeos de Safat; exterminaron la población y la llamaron Jormá. 18Pero Judá no pudo apoderarse de Gaza y su territorio, ni de Ascalón y su territorio, ni de Ecrón y su territorio; 19el Señor estaba con Judá, y conquistó la montaña pero no logró expulsar a los habitantes del valle, porque tenían carros de hierro.

20A Caleb, como dejó encargado Moisés, le asignaron Hebrón, y expulsó de allí a los tres hijos de Enac. 21Pero los benjaminitas no pudieron expulsar a los jebuseos que habitaban Jerusalén; por eso han seguido viviendo hasta hoy en Jerusalén, en medio de Benjamín.

22Por su parte, la casa de José subió hacia Betel –el Señor estaba con ellos–, 23e hicieron un reconocimiento en las cercanías de Betel –llamada antiguamente Luz–; 24los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron:

–Enséñanos por dónde se entra en la ciudad, y te perdonaremos la vida.

25El hombre les enseñó por dónde entrar en la ciudad, y la pasaron a cuchillo, excepto a aquel hombre y a su familia, a los que dejaron marchar libres; 26el hombre emigró al país de los hititas y fundó una ciudad: la llamó Luz, nombre que conserva hasta hoy.

27En cambio, Manasés no logró expulsar a los vecinos del municipio de Beisán, ni a los del municipio de Taanac, ni a los del municipio de Dor, ni a los del municipio de Yiblán, ni a los del municipio de Meguido. Los cananeos siguieron en aquella región. 28Y cuando Israel se impuso, no llegó a expulsarlos, pero los sometió a trabajos forzados.

29Tampoco Efraín logró expulsar a los cananeos de Guézer. Los cananeos siguieron en Guézer, en medio de los efraimitas.

30Tampoco Zabulón logró expulsar a los de Quitrón ni a los de Nahalol. Los cananeos siguieron viviendo en medio de Zabulón, aunque sometidos a trabajos forzados.

31Tampoco Aser logró expulsar a los de Aco, ni a los de Sidón, ni a los de Ahlab, ni a los de Aczib, ni a los de Afec, ni a los de Rejob. 32Por eso la tribu de Aser se instaló en medio de los cananeos que habitaban el país, porque no pudo expulsarlos.

33Tampoco Neftalí logró expulsar a los de Bet-Semes ni a los de Bet-Anat, y se instaló en medio de los cananeos que habitaban el país, pero a los vecinos de Bet-Semes y de Bet-Anat los sometió a trabajos forzados.

34Los amorreos presionaron sobre los danitas hacia la montaña, sin dejarlos bajar al valle; 35así los amorreos pudieron seguir en Har Jeres, Ayalón y Saalbín. Pero la casa de José los tuvo en un puño, sometiéndolos a trabajos forzados.

36Las fronteras del territorio edomita iban desde Maale Acrabbim hasta Hassela, y seguían más arriba.

Notas:

1,1-12 Campañas de las tribus. El autor muestra una preferencia por Judá, a pesar que Judá confía más en su hermano Simeón que en la misma promesa de Dios. Esta preferencia se debe quizás a que Judá era la única tribu sobreviviente en la tierra de los cananeos. 1,13-36 Otoniel y Acsá. Es importante resaltar este matrimonio arreglado –como todos los matrimonios de la época– entre Otoniel y Acsá. Caleb es un padre fiel a las costumbres de su pueblo: no casa a su hija con un cananeo (3,6). En la antigüedad los matrimonios eran arreglados entre los padres, con la finalidad de proteger y conservar la tierra dentro del mismo clan. Las mujeres no tenían muchas opciones porque siempre vivían a la sombra de la figura paterna, o de algún pariente –masculino– que tenía la responsabilidad de vigilar el honor y la buena reputación de la familia. Este matrimonio que Caleb prepara para su hija con Otoniel, puede verse como un tipo de relación «ideal» entre padre e hija. Primero le consigue un esposo de su misma tribu, y lo que es más importante, la muchacha puede negociar con su padre y exigir que le dé una tierra con manantiales. El padre accede a la petición de su hija y cumple sus deseos. Hoy en día la mujer sigue siendo todavía maltratada, olvidada y relegada, no solamente en la sociedad sino también en nuestras Iglesias. Tenemos que tomar el ejemplo de Acsá que negocia y exige sus derechos ante su padre. Los hombres, podemos imitar la figura de Caleb que protege y proporciona lo mejor a su hija. A través de esta mujer valerosa, nuestras mujeres pueden ser reconocidas como protagonistas en la construcción de una comunidad más justa.