Jueces, 5

Canto de victoria (Éx 15; Hab 3)

5 1Aquel día Débora y Barac, hijo de Abinoán, cantaron:

2Porque en Israel
van con los cabellos sueltos,
porque el pueblo
se ofreció voluntariamente,
¡bendigan al Señor!

3Escuchen reyes; presten oído príncipes:
que voy a cantar, a cantar al Señor,
y a tocar para el Señor, Dios de Israel.

4Señor, cuando salías de Seír
avanzando desde
los campos de Edom,
la tierra temblaba,
los cielos se deshacían,
agua destilaban las nubes,

5los montes se agitaban
ante el Señor, el de Sinaí;
ante el Señor, Dios de Israel.

6En tiempo de Sangar, hijo de Anat,
en tiempo de Yael,
los caminos no se usaban,
las caravanas andaban
por sendas tortuosas;

7ya no había más jefes,
no los había en Israel,
hasta que te pusiste de pie, Débora;
te pusiste de pie, madre de Israel.

8La gente

se había escogido dioses nuevos:
ya la guerra llegaba a las puertas;
ni un escudo ni una lanza se veían
entre cuarenta mil israelitas.

9¡Mi corazón
está con los caudillos de Israel,
con los voluntarios del pueblo!
¡Bendigan al Señor!

10Los que cabalgan borricas blancas,
montados sobre tapices,
y los que marchan por el camino,       atiendan bien:

11tocando trompetas,
junto a los pozos de agua,
celebren las victorias del Señor,
las victorias
de los campesinos de Israel,
cuando el pueblo del Señor
acudió a las puertas.

12¡Despierta, despierta, Débora!
¡Despierta, despierta,
entona un canto!
¡En pie, Barac! ¡Toma tus cautivos, hijo de Abinoán!

13Superviviente, somete a los poderosos;
pueblo del Señor,
sométeme a los guerreros.

14Lo mejor de Efraín, está en el valle,
detrás de ti va Benjamín
con sus tropas;
de Maquir bajaron los capitanes;
de Zabulón los que empuñan
el bastón de mando;

15los príncipes de Isacar
están con Débora;
sí, Isacar también con Barac;
se lanza tras sus pasos en el valle.
Rubén entre las acequias
decide cosas grandes.

16–¿Qué haces sentado en los corrales,
escuchando la flauta de los pastores?
¡Rubén entre las acequias
decide cosas grandes!

17Galaad se ha quedado
al otro lado del Jordán,
Dan sigue con sus barcos;
Aser se ha quedado a la orilla del mar
y sigue en sus ensenadas.

18Zabulón es un pueblo
que despreció la vida,
como Neftalí en sus campos elevados.

19Llegaron los reyes al combate,
combatieron los reyes de Canaán:
en Taanac,
junto a las aguas de Meguido,
no ganaron ni una pieza de plata.

20Desde el cielo
combatieron las estrellas,
desde sus órbitas
combatieron contra Sísara.

21El torrente Quisón los arrastró,
el torrente Quisón les hizo frente,
el torrente pisoteó a los valientes.

22Martillaban
los cascos de los caballos
al galope, al galope de sus corceles.

23Maldigan a Meroz; maldíganla,
dice el mensajero del Señor;
maldigan a sus habitantes,
porque no vinieron
en auxilio del Señor,
en auxilio del Señor con sus tropas.

24¡Bendita entre las mujeres Yael,
mujer de Jéber, el quenita,
bendita entre las que
habitan en tiendas!

25Agua le pidió, y le dio leche;
en taza de príncipes le ofreció nata.

26Con la izquierda agarró el clavo,
con la derecha
el martillo del artesano,
golpeó a Sísara,
machacándole el cráneo,
lo destrozó atravesándole las sienes.

27Se encorvó entre sus pies,
cayó acostado;
se encorvó entre sus pies, cayó;
encorvado,
allí mismo cayó deshecho.

28Desde la ventana, asomada, grita
la madre de Sísara por el enrejado:
–¿Por qué tarda en llegar su carro,
por qué se retrasan
los carros de guerra?

29La más sabia de sus damas
le responde,
y ella se repite las palabras:

30–Están agarrando
y repartiendo el botín,
una muchacha o dos
para cada soldado,
paños de colores para Sísara,
bordados y recamados
para el cuello de las cautivas.

31¡Perezcan así, Señor, tus enemigos!
¡Tus amigos
sean fuertes como el sol al salir!
Y el país estuvo en paz cuarenta años.

Notas:

5,1-31 Canto de victoria. En toda las Escrituras solamente dos mujeres son llamadas «¡Bendita entre las mujeres!» En este cántico Débora llama a Yael «bendita entre las mujeres» (24) y posteriormente Isabel llama a Maria: «Bendita entre las mujeres» (Lc 1,42). Dos mujeres que son glorificadas por su solidaridad con las personas oprimidas y por la certeza que Dios derriba del trono a los poderosos. Débora la madre de Israel (7) le da voz a este poema y posiblemente ella sea la autora del mismo. Débora y Yael se solidarizan con el sufrimiento de sus pueblos, por tal motivo son las heroínas y las madres de Israel. En este cántico son las mujeres las protagonistas de la acción liberadora de Dios. Barac es un personaje secundario, que es utilizado para «hacer las funciones de los hombres» como es la guerra, mientras que Débora y Yael cooperan con Dios para experimentar la salvación. El poema también nos presenta una ironía entre Débora y la madre de Sísara. Dos mujeres con funciones y características muy similares, pero, opuestas. Por un lado tenemos a Débora, representante del verdadero Dios. Por otro, a la madre anónima de Sísara, representante de los otros dioses. Dos mujeres y madres de sus respectivos pueblos. La sabiduría de Débora, que reconoce y atestigua la victoria del Dios de Israel sobre los dioses paganos, se contrapone con el supuesto conocimiento, de la más sabia de las mujeres que conforta a la madre de Sisara, creyendo que éste está repartiendo el botín (30). Al final, la audiencia tiene que juzgar y decidir a quién seguir, a la madre de Israel (Dios) o a la madre de Sísara (dioses).