Números, 16
El pueblo, el Señor y Aarón
Rebelión de Córaj, Datán y Abirán (26,9-11; Dt 11,6; Eclo 45,18s)
16 1Córaj, hijo de Yishar, hijo de Quehat, levita; Datán y Abirán, hijos de Eliab, y On, hijo de Pélet, rubenitas, 2se rebelaron contra Moisés, y con ellos doscientos cincuenta hombres, jefes de la asamblea, escogidos para su cargo y de buena reputación. 3Se amotinaron contra Moisés y Aarón, diciendo:
–Ya está bien. Toda la comunidad es sagrada y en medio de ella está el Señor, pero ¿por qué se ponen encima de la asamblea del Señor?
4Moisés, al oírlo, se echó por tierra 5y dijo a Córaj y a sus secuaces:
–Mañana el Señor hará saber quién es el que le pertenece: al consagrado lo hará acercarse, al escogido lo hará acercarse. 6Hagan, lo siguiente: Córaj y todos sus secuaces, tomen los incensarios, 7pongan en ellos fuego y mañana echen incienso ante el Señor. El hombre que el Señor escoja, ése, le está consagrado. Ya está bien, levitas.
8Moisés dijo a Córaj:
–Escúchenme, levitas: 9¿Todavía les parece poco? El Dios de Israel los ha separado de la asamblea de Israel para que estén cerca de él, presten servicio en su santuario y estén a disposición de la asamblea para servirle. 10A ti y a tus hermanos levitas los ha promovido. ¿Por qué reclaman también el sacerdocio? 11Tú y tus secuaces se han rebelado contra el Señor, porque ¿quién es Aarón para que protesten contra él?
12Moisés mandó llamar a Datán y a Abirán, hijos de Eliab, los cuales dijeron:
–No iremos. 13¿No te basta con habernos sacado de una tierra que mana leche y miel para darnos muerte en el desierto, que todavía pretendes ser nuestro jefe? 14No nos has llevado a una tierra que mana leche y miel, ni nos has dado en herencia campos, ni viñas, ¿y quieres sacarle los ojos a esta gente? No iremos.
15Moisés se enfureció y dijo al Señor:
–No aceptes sus ofrendas. Ni un asno he recibido de ellos ni he perjudicado a ninguno.
16Después dijo a Córaj:
–Mañana, tú y tus secuaces se presentarán ante el Señor, y también lo hará Aarón. 17Que cada uno tome su incensario, eche incienso y lo ofrezca al Señor. Cada uno de los doscientos cincuenta con su incensario, y tú y Aarón el suyo.
18Tomó, cada uno su incensario, puso fuego, echó incienso y se colocaron a la entrada de la tienda del encuentro con Moisés y Aarón. 19También Córaj reunió a sus secuaces a la entrada de la tienda del encuentro.
La Gloria del Señor se mostró a todos los reunidos, 20y el Señor dijo a Moisés y a Aarón:
21–Apártense de ese grupo, que los voy a consumir al instante.
Intercesión y castigo
22Ellos cayeron rostro a tierra y oraron: Dios, Dios de los espíritus de todos los vivientes, uno solo ha pecado, ¿y vas a irritarte contra todos?
23El Señor respondió a Moisés:
24–Di a la gente que se aparte de las tiendas de Córaj, Datán y Abirán.
25Moisés se levantó y se dirigió a donde estaban Datán y Abirán, y le siguieron las autoridades de Israel, 26y dijo a la asamblea:
–Apártense de las tiendas de estos hombres culpables y no toquen nada de lo suyo para no quedar comprometidos con sus pecados.
27Ellos se apartaron de las tiendas de Córaj, Datán y Abirán, mientras Datán y Abirán, con sus mujeres, hijos y niños, salieron a esperar a la entrada de sus tiendas.
28Dijo entonces Moisés:
–En esto conocerán que es el Señor quien me ha enviado a actuar así y que no obro por cuenta propia. 29Si éstos mueren de muerte natural, según el destino de todos los hombres, es que el Señor no me ha enviado; 30pero si el Señor hace un milagro, si la tierra se abre y se los traga con los suyos, y bajan vivos al abismo, entonces sabrán que estos hombres han despreciado al Señor.
31Apenas había terminado de hablar, cuando el suelo se resquebrajó debajo de ellos, 32la tierra abrió la boca y se los tragó con todas sus familias, y también a la gente de Córaj con sus posesiones. 33Ellos con todos los suyos bajaron vivos al abismo; la tierra los cubrió y desaparecieron de la asamblea.
34Al ruido, todo Israel, que estaba alrededor, echó a correr, pensando que los tragaba la tierra. 35Y el Señor hizo estallar un fuego que consumió a los doscientos cincuenta hombres que habían llevado el incienso.
Notas:
16,1–17,28 El pueblo, el Señor y Aarón. Estos dos capítulos pueden dividirse en tres relatos: 1. La rebelión de Córaj, Datán y Abirán, y sus consecuencias (16,1– 17,5). 2. La protesta de toda la comunidad y la reacción del Señor (17,6-15). 3. El relato sobre la vara de Aarón (17,16-28). Los tres relatos subrayan la preeminencia del sacerdocio aaronita y sus funciones por encima de los levitas. Los descendientes de Aarón eran los únicos que podían acercarse al Santuario y oficiar en forma legítima el ritual de los sacrificios. En la «escuela de santidad», ellos eran los primeros, de ahí sus privilegios.
Ya sabemos que, de acuerdo con el criterio de justicia que debemos aplicar a cada pasaje de la Biblia, todos estamos llamados a la santidad, que no adquirimos por nuestro esfuerzo, ni por nuestra proveniencia, sino por pura gracia de Dios; don que también recibimos como tarea y compromiso en la búsqueda de la justicia y de la armonía en las relaciones con los demás.