Números, 2
El campamento (Ez 48)
2 1 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
2–Los israelitas acamparán cada uno junto a su banderín o estandarte de familia, mirando a la tienda del encuentro y alrededor de ella.
3Al este, hacia la salida del sol, acamparán los del estandarte de Judá, por escuadrones; jefe de los hijos de Judá es Najsón, hijo de Aminadab; 4su ejército cuenta con setenta y cuatro mil seiscientos alistados. 5Junto a él acampa la tribu de Isacar; su jefe es Natanael, hijo de Suar; 6su ejército cuenta con cincuenta y cuatro mil cuatrocientos alistados. 7La tribu de Zabulón; su jefe es Eliab, hijo de Jalón; 8su ejército cuenta con cincuenta y siete mil cuatrocientos alistados. 9Los alistados en el campamento de Judá, por escuadrones, son ciento ochenta y seis mil cuatrocientos. Se pondrán en marcha los primeros.
10Al sur, el estandarte del campamento de Rubén, por escuadrones; jefe de los rubenitas es Elisur, hijo de Sedeur; 11su ejército cuenta con cuarenta y seis mil quinientos alistados. 12Junto a él acampa la tribu de Simeón; su jefe es Salumiel, hijo de Surisaday; 13su ejército cuenta con cincuenta y nueve mil trescientos alistados. 14La tribu de Gad; su jefe es Eliasaf, hijo de Degüel; 15su ejército cuenta con cuarenta y nueve mil seiscientos cincuenta. 16Los alistados en el campamento de Rubén, por escuadrones, son ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta. Se pondrán en marcha los segundos.
17Después se pondrá en marcha la tienda del encuentro y el campamento levita, en medio de los demás campamentos. Se pondrán en marcha según acampan, cada uno siguiendo su estandarte.
18Al oeste, el banderín del campamento de Efraín, por escuadrones; jefe de los efraimitas es Elisamá, hijo de Amihud: 19su ejército cuenta con cuarenta mil quinientos alistados. 20Junto a él, la tribu de Manasés; su jefe es Gamaliel, hijo de Fedasur; 21su ejército cuenta con treinta y dos mil doscientos alistados. 22Al otro lado, la tribu de Benjamín; su jefe es Abidán, hijo de Gedeoní; 23su ejército cuenta con treinta y cinco mil cuatrocientos alistados. 24Los alistados en el campamento de Efraín son ciento ocho mil cien. Se pondrán en marcha los terceros.
25Al norte, el estandarte del campamento de Dan, por escuadrones; jefe de los danitas es Ajiezer, hijo de Amisaday; 26su ejército cuenta con sesenta y dos mil setecientos alistados. 27Junto a él acampa la tribu de Aser; su jefe es Pagiel, hijo de Ocrán; 28su ejército cuenta con cuarenta y un mil quinientos alistados. 29Al otro lado, la tribu de Neftalí; su jefe es Ajirá, hijo de Enán; 30su ejército cuenta con cincuenta y tres mil cuatrocientos alistados. 31Alistados en el campamento de Dan, ciento cincuenta y siete mil seiscientos. Se pondrán en marcha los últimos, siguiendo sus estandartes.
32Éste es el censo de los israelitas por familias; los alistados en los campamentos por escuadrones, seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 33Los levitas no se incluyeron en el censo de los israelitas, como lo había mandado el Señor a Moisés.
34Los israelitas hicieron todo lo que el Señor mandó a Moisés; según acampaban por estandarte, así se ponían en marcha, por clanes y familias.
Notas:
2,1-34 El campamento. La rígida organización para las marchas y para cada acampada refleja la estricta concepción teológica de la escuela sacerdotal (P) respecto a la presencia del Señor en medio del pueblo y los ámbitos de santidad que esta presencia determina: en primer lugar, junto a la tienda, la tribu de Leví –y los sacerdotes–; luego, en los demás costados y en orden jerárquico, las demás tribus, estableciendo una especie de muro divisorio entre el lugar sagrado y el profano. Esta mentalidad es la que rige las relaciones internas y externas de Israel. El Señor santifica primero al pueblo judío según un orden jerárquico y según unos criterios de pureza ritual y cultual que se establecen en todos los rituales de Levítico y algunos pasajes de Números. La santidad de los más cercanos al Santuario/Templo es la que santifica a los demás correligionarios, y por último, a los no israelitas.
Este criterio o concepción es sumamente peligroso, porque puede llevar al creyente sencillo a pensar que a Dios no le interesan sino los «buenos», los «santos»; a creer que son santos y buenos porque cumplen externamente una serie de preceptos, aunque las actitudes de amor y misericordia estén completamente ausentes de su vida interior. Eso es lo que muchas veces denunciaron los profetas, y es exactamente uno de los motivos más importantes del ministerio de Jesús: rescatar la verdadera imagen de Dios y devolvérsela a los que la religión había excluido por «impuros» y «malos».